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La crisis impulsa la nueva fiebre del oro

Familias en problemas, personas en paro y, especialmente, mujeres, son clientes de una forma de desesperación

TERE COELLO

En tiempo de crisis si hablar de dinero es lo habitual aun lo es más hablar de oro, el metal más precioso y más preciado cuando la economía no marcha nada bien. «No me queda otra solución», son las palabras de Marisa R, esposa y madre de dos niños que lleva casi tres años en el paro. En este mes de agosto ha cobrado sus últimos 400 euros por ayuda al desempleo y se pregunta con qué va a subsistir en septiembre. Su esposo es autónomo y el negocio sólo está sirviendo para seguir engordando deudas.

La falta de crédito de los bancos y la actual situación económica están propiciando que personas de cualquier edad, mayores de 18 años y mayoritariamente mujeres, acudan a estos establecimientos buscando dinero rápido y efectivo para solventar algunos gastos diarios. La proliferación de negocios de compra venta de oro en época de crisis es un hecho. Canarias ha experimentado el aumento de más del 50 por ciento de este tipo de establecimientos debido a la rentabilidad del negocio, aunque son muchas las empresas de este tipo que han visto mermados considerablemente sus ingresos debido precisamente al aumento en la competencia.

Marisa R. sabe que su situación es complicada, ya que carece de estudios que le permitan acceder sin dificultad al mercado de trabajo. Por otro lado, aunque ella se siente joven y capacitada, opina que su edad, 44 años, se está convirtiendo en un motivo de rechazo hasta para un puesto de limpieza: «Las prefieren más jóvenes y sin cargas familiares...».

Marisa R. muestra entre sus manos las alhajas de oro que recibieron sus hijos al nacer, las alianzas que sellaron el compromiso el día de su boda, el colgante con un pequeño brillante que le dejaron los Reyes Magos el primer año de casada, todo lo que han ido adquiriendo año a año, durante su vida y como una inversión. Sabe que se tiene que desprender de todo eso: el oro no se come y sus hijos necesitan un techo y alimentos.

«Mi marido no sabe que voy a vender las joyas, si se lo

cuento lo mato del disgusto; nunca pensé que la vida me llevaría a una casa de empeño», dice. «Iba en el tranvía a Santa Cruz pensando en los problemas que tengo, pidiendo que se me presentara un trabajo, una solución... y cada pocos metros veía una tienda de estas que parecía llamarme, de momento no me queda otra salida».

Aparte de la liquidez rápida que ofrece la venta de cadenas, anillos, pulseras, pendientes o relojes entre otras joyas; el marketing y la psicología juegan también un importante papel a la hora de que alguien se decante por esta opción. Grandes letreros luminosos, carteles con letras amarillas sobre fondo negro e incluso fluorescentes de color verde en diferentes fachadas de cualquier calle, papeletas que llegan por el sistema de buzoneo con frases como «dinero rápido», «ofrecemos el mejor precio del mercado», «efectivo ya, la solución a tu problema», crean un efecto de llamada persuasivo e insistente.

Un bombardeo

Desde la organización de Consumidores y Usuarios en Tenerife, su responsable, Raúl Alonso, considera que se está produciendo un bombardeo a un público «que tiene una reacción que no sería la normal en otras condiciones. Cuando tú estás en estado de necesidad económica, estás mucho más debilitado a los efectos de poner barreras psicológicas o de dotarte de un mayor espíritu crítico respecto a esa publicidad. No deja de haber un aprovechamiento de la mala situación económica de las personas. Esta publicidad es reprobable», dice.

Alonso recomienda que se acuda a los establecimientos de compra-venta de oro como último recurso, porque «evidentemente se está produciendo un tremendo negocio; esa compra de oro se hace a precios pequeños respecto al valor del producto; aunque haya una entrega de dinero hay una pérdida económica por parte del consumidor, si no, no habría negocio».

Además de esto, subraya Alonso, se deben buscar lugares que ofrezcan las máximas garantías porque la mayoría de estos negocios

son una especie de «chiringuitos» que han surgido porque existe un mercado bueno, ofreciendo menos garantías en cuanto a precio.

Recalcan que se debe tener en cuenta la posibilidad de recurrir a los establecimientos que ofrezcan el servicio de tarjetas de empeño, de tal forma que se pueda recuperar el producto en un tiempo y condiciones determinadas. El gramo de oro puro se paga a más de 30 euros, el doble que en 2008 y hasta tres veces más que en 2006. Los entendidos consideran que el oro es una inversión atractiva tanto para los que opinan que la economía se va recuperando como para aquellos que consideran que la actual coyuntura podría empeorar. Para las personas con dificultades económicas, se convierte en una solución momentánea. Pero no deben olvidar que «el que vende su oro, sólo lo vende una vez».

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