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«Atacaremos a cualquier país que despliegue sus tropas en Somalia»

ABC entrevista a Sheikh Ali Rage, portavoz y número dos de Al Shabab, la franquicia terrorista de Al Qaida en el Cuerno de África

AP

EDUARDO S. MOLANO

Frecuentan servicios de chat como «Paltalk», mientras promulgan la «sharia». Disponen de una base militar con una dotación de unos cuatro mil elementos armados, aunque se muestran incapaces de derrotar a un país sin Ejército. Construyen carreteras, pero prohíben escuchar música.

Desde que en 2006 se alzaran en armas contra el Gobierno de Somalia, éstas y otras contrariedades configuran la mística creada entorno a las brigadas islamistas de Al Shabab. Un grupo que la Administración Obama considera la rama de Al Qaida en el Cuerno de África, y que el pasado 11 de julio asesinó —presuntamente— a 76 personas en Uganda, en dos atentados sincronizados durante la final del Mundial de fútbol.

En las últimas semanas, ABC ha mantenido diversas conversaciones con Sheikh Ali Rage, portavoz y número dos de la organización, así como con el ministro de Seguridad somalí, Abdsalam Xaji Adan. Como asegura a este diario el portavoz de las milicias islamistas, «los únicos objetivos de Al Shabab son la construcción de un Estado islámico en Somalia y mejorar las pobres condiciones de seguridad que sufre el país. Ya que sólo queremos que nuestra gente pueda vivir en paz y poder practicar nuestra religión». Pero advierte a las potencias occidentales: «Los europeos están financiando la misión de la Unión Africana en Somalia (Amison). Europa es parte del problema» .

Proceso de «Ley Islámica»

Para Ali Rage, «el futuro del país va por el buen camino. Es algo que se puede observar en las regiones del sur. En las zonas bajo nuestro control, la gente disfruta de paz y estabilidad. Nadie se mata entre ellos, nadie le quita sus derechos —otorgados por el Profeta— al otro. Los cambios que hemos hecho en el sur del país, también los queremos extender a otras partes de Somalia. Pero no debemos olvidar que este proceso pertenece a la Ley Islámica».

Desde que en 1991 se colapsara el sistema político somalí, cerca de 700.000 personas han perdido la vida en los enfrentamientos librados en el país

Al margen de sus intentos de «pacificar» el país, un punto que resulta especialmente polémico es la presunta responsabilidad que tuvo Al Shabab en el atentado de Uganda, el primero del grupo ajeno al territorio somalí. Sobre todo porque de la negación inicial se pasó —en sólo doce horas— al reconocimiento absoluto.

Ante este diario, el portavoz reitera la participación de sus correligionarios en la masacre, aunque bajo la identidad de un grupo clónico: «Nuestro hermano Sheikh Abu Zubeyr —el líder de Al Shabab— ya confirmó que fuimos nosotros quienes bombardeamos Uganda. Lo hizo Saleh Nabhan —subgrupo de Al Shabab—. Un órgano creado en honor a nuestro hermano muerto por los enemigos del islam».

De igual modo, el «sheikh» somalí asegura que en el futuro atacarán «a cualquier otro país» que tenga la intención de desplegar nuevas tropas en Somalia. «Con el envío de soldados, países como Uganda y Burundi contribuyen a la muerte de nuestra gente y a la destrucción de nuestros hogares. Lo que hicimos en Kampala no es equivalente a lo que hacen cada día en Somalia», denuncia Ali Rage. Pero en esta guerra de intereses cruzados, y en la que el segundo de Al Shabab alude a un reciente comunicado de Ayman al-Zawahri —mano derecha de Bin Laden— para demostrar la alianza existente entre su grupo y Al Qaida; es precisamente el apoyo brindado desde las potencias regionales, la principal incógnita de la comunidad internacional sobre el grupo islamista. Mientras que el comandante de Al Shabab reconoce que «el intercambio de tropas militares con Yemen es constante», desmiente sin embargo que Eritrea sea la mano negra que financia al grupo.

«No tenemos ninguna relación con el Gobierno de Asmara, Sharif Sheikh Ahmed —el presidente de Somalia— sí la tiene, pero nosotros no», asegura el líder religioso; sobre una conexión terrorista —real o ficticia— que en los últimos meses ha sido defendida por Estados Unidos, y que corrobora a ABC el ministro de Seguridad somalí, Abdisalam Xaji Adan. «Ya en el fin del proceso de Yibuti (2008), un importante número de miembros de Al Shabab se encontraban bajo protección de Asmara». Adan asegura que la comunidad internacional «no hace lo suficiente» para solucionar el problema islamista en el Cuerno de África. «Durante años, se interpretó desde Occidente que el auge de organizaciones como Al Shabab en la región era un problema local, pero ya no es una cuestión que afecta sólo a Somalia, sino al resto de las democracias», reconoce el ministro.

Desde que en 1991 se colapsara el sistema político somalí tras el derrocamiento del dictador Siad Barre, cerca de 700.000 personas han perdido la vida en los enfrentamientos librados en el país, primero por los clanes feudales, y ahora por las milicias islamitas. Un conflicto para el que la Unión Africana anunció esta semana el envío de 4.000 nuevos soldados.

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