El catalanismo traduce el no a los toros como un «Adéu Espanya»
Convergència y ERC imponen a Montilla la agenda del «derecho a decidir»
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El presidente de la Generalitat, José Montilla, se ha quedado solo en la defensa de la teoría de que la estocada a los toros en Cataluña es la consecuencia de un simple debate sobre los «derechos» de los animales. También fue el único de los asistentes a la manifestación independentista del 10-J que creía que aquello era una marcha en defensa del Estatut. Así, la conclusión de la legislatura autonómica catalana no puede resultar más agónica para el líder socialista catalán, cuestionado por el PSOE, criticado por el sector nacionalista de su partido y utilizado como cabeza de ariete por ERC para imponer su hoja de ruta hacia la independencia. El fracaso de las previsiones del PSC —sus tácticos aseguraban que la sentencia del TC sería posterior a las elecciones— ha convertido a Montilla en rehén de una concepción del cargo que reniega del discurso electoral de su partido.
De ahí que se le escapara de las manos la manifestación que él mismo convocó y de ahí también que ERC le forzara a una encerrona como la de los toros como peaje si quería alargar la legislatura. La admisión a trámite de la ILP antitaurina y su inclusión en el pleno escoba de final de curso —puede que también el último pleno del segundo tripartito— evidenció no sólo la fuerza de la pinza CiU-ERC frente al PSC sino también la pérdida absoluta de las riendas parlamentarias por parte de una formación desbordada por sus contradicciones e impresionada por la persistencia de los sondeos en predecir su inminente desalojo del poder.
Con todos los elementos en contra, ni siquiera la aparente dispersión en el terreno independentista —con el factor Laporta activado— alivia al PSC. El líder de Ciutadans, Albert Rivera, ha definido los últimos pasos del president Montilla como un suicidio, mientras que CiU y ERC se disputan triunfos de tanto valor simbólico como la ley del doblaje, la aprobación de las veguerías (nada menos que sustituir las cuatro provincias por siete demarcaciones territoriales) y, cómo no, la prohibición de las corridas de toros.
Además, ERC ha logrado —con la entusiasta colaboración del sector soberanista de CDC que ha abducido a Artur Mas— imponer el referéndum de independencia como tema único en la agenda electoral, lo que hace sólo unos meses —tras el fiasco de las consultas populares iniciadas en Arenys de Munt— era imposible o, si acaso, una remota posibilidad, según los demiurgos de Montilla.
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