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«Perdió un ala pero no su sonrisa»

El público, principalmente cubano, mostró su admiración a la cantante. «Es un ejemplo de fortaleza; la gente se lamenta y ella canta. Ha dado una lección»

CATALINA OQUENDO B.

«Danays perdió un ala pero su sonrisa y su corazón están ahí», decía ayer Max Delgado, uno de los amigos de la cantante que no quiso perderse ayer su reaparición en los escenarios. No era el único emocionado entre los 200 asistentes a la actividad de la Casa de América, en la que a una mesa redonda sobre la música como elemento esencial entre los inmigrantes se sumaba una actuación musical, entre ellas de Danays Bautista.

En medio del público y, para sorpresa de la intérprete, se encontraba un famoso compositor cubano, Descemer Bueno, autor de «Sé feliz», una de las canciones que ella entonó en su presentación. «Estoy impresionado. Sólo había escuchado lo que le pasó. No la conocía y su actuación me parece genial», afirmó Bueno, autor de la banda sonora de «Havana Blues», película que ganó a la mejor banda original en los premios Goya en el 2006.

«Para nosotros esto es más que un concierto, es la expresión de tres asociaciones que han trabajado con inmigrantes», decía Julio Fowler quien cantó temas que ha escrito en los últimos 12 años, uno de ellos con Danays. El músico se refería a Yemayá, Acodip y Yo soy el Otro, que ayudan al desarrollo de los músicos extranjeros en Madrid.

Durante la tertulia, Danays y sus amigos más cercanos, sentados en primera fila, escuchaban atentos cuando Pilar Zumel, directora de Yemayá —en la que participa Danays— hablaba de las dificultades de los músicos callejeros. Pero también, cuando Zumel mencionaba los mojitos cubanos y todos ellos bromeaban con la cantante, reconociendo que es una de sus bebidas favoritas.

Tras la corta tertulia, se dio paso a la música y el recinto se llenó de los sonidos de los Andes bolivianos, de las quenas y las guitarras. Más tarde, con Fowler, el concierto viajó de la cordillera hasta el Caribe. El músico cubano radicado en Madrid animó al público e invitó a Danays a cantar con él. «Ella escogió una canción de mi último disco que le gustó mucho», explicó Fowler. Danays cantaba «Tengo ganas de vivir», y seguía el ritmo con sus botas negras.

Cantó Danays y el público, cubano en su mayoría, aplaudió y disfrutó su voz y su alegría. A pesar de la seriedad del encuentro, el ambiente era de amigos que se conocen de la música. «Es un ejemplo de fortaleza. La gente se lamenta y ella canta. Los inmigrantes normalmente salimos en los medios de comunicación por cosas negativas o accidentes como el de ella, pero lo que ha hecho aquí es una lección», dijo Dagmary Olívar, presidente de la asociación Yo soy el Otro. Para ella, lo de ayer también fue una muestra de que los artistas inmigrantes cada vez tienen más visibilidad y que traen alegría en medio de la crisis que invade hasta el último rincón de la capital que acogió y quiere conservar en sus escenarios a Danays.

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