LA LUPA
Enredo sanitario
Ni Guerra ni González pasarían ahora de humildes aprendices ante las mañas de Blanco y el PSOE gallego
El añorado Alfonso Guerra, un gigante en la dirección del PSOE en comparación con la mediocridad de los actuales jefes de la cosa, acuñó la expresión «tahúr del Mississippi» en alusión a un Adolfo Suárez a quien entonces señalaba como un experto en manipulación, y posiblemente lo fuera para la época —aunque el propio Guerra o Felipe González, no tuvieran nada que envidiarle— pero ni uno ni otros pasarían ahora de humildes aprendices ante la abrupta rotundidad de las mañas de José Blanco y sus subalternos gallegos.
La última —la penúltima ya a buen seguro, que la fábrica de ensueños trabaja a pleno rendimiento— es el descaro del portavoz socialista gallego en materia de Sanidad, Miguel Ángel Fernández, estrellado en groseras artimañas cada vez que tiene que criticar las listas de espera en los hospitales públicos gallegos, uno de los ratios que, trimestre a trimestre, evidencia continuas mejoras que hablan de la eficacia del equipo que dirige Pilar Farjas.
Fui una víctima
Este cronista fue víctima, como la mayor parte de los gallegos que declinaban acudir a los socorridos enchufes, de la desastrosa gestión que heredó Farjas. La inadecuada atención sanitaria engrosó las filas de los seguros privados —que deberían haber organizado una colecta para poner un monumento a la ex conselleira María José Rubio— y provocó interminables retrasos en la atención a las más graves dolencias, con casos tan flagrantes como la espera de más de seis meses para realizar pruebas cardiológicas a un paciente con un infarto de miocardio diagnosticado por un seguro sanitario, ante la lentitud de la maquinaria pública.
Tan tramposa como ineficaz, la anterior conselleira diseñó un sistema por el que no se daba fecha a los pacientes para evitar que engrosaran las interminables listas de espera, con el engañoso sistema de citarles para pedir una cita. El problema es que no por ocultar a un enfermo deja de serlo. Más bien contribuye a reforzar el colapso. Ese fue el panorama que se encontró Pilar Farjas al acceder al departamento de más difícil gestión del Gobierno gallego.
El hecho de que se hayan reducido las listas de espera al tiempo que se suprimían las tropelías informativas tan hábilmente perpetradas por el anterior gabinete adquiere tintes épicos en casos como el de las patologías más graves, en las que se han reducido a la mitad los tiempos habituales con el Gobierno de Emilio Pérez Touriño.
Evidentemente, la situación debe experimentar aún mejoras radicales. Cada día de espera en la atención a un paciente puede provocar un agravamiento de su estado con nefastas consecuencias para el enfermo y para el propio sistema, pero no puede dejar de verse la botella medio llena con datos como, por ejemplo, la reducción de un tercio de los pacientes que esperan para realizar una prueba diagnóstica, o la disminución a la mitad de del promedio de retraso en ginecología.
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