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El truco o trato del castrismo

Los 52 presos cubanos encarcelados desde 2003 se han visto envueltos en algo similar a la tradición de Halloween

BORJA BERGARECHE

En la noche de Halloween, los niños llaman a la puerta y con su amenazador aspecto ofrecen una disyuntiva: truco o trato. La leyenda celta que da origen a esta fiesta recomienda elegir trato, es decir, pactar con el malvado espíritu Jack O’Lantern (representado en las calabazas) para evitar que con sus trucos haga caer la maldición sobre el hogar que le recibe. Los 52 presos cubanos que permanecían encarcelados desde la “primavera negra” de 2003 se han visto envueltos en una tesitura similar. A su puerta ha llamado la Iglesia Católica Cubana quien, de parte de los gobiernos cubano, español y El Vaticano, les planteaba otra alternativa: España o cárcel.

No es, por tanto, baladí detenerse en el lenguaje con el que nos referimos a estas personas. ¿Han sido “liberados” gracias a la labor mediadora de Moratinos y la Iglesia, o han sido “expulsados” por un Gobierno que se deshace así de individuos incómodos? ¿Truco o trato? Son los desterrados del castrismo. Los hombres (y mujeres) lúcidos y buenos de una era inhumana en la historia de Cuba, seres frágiles en lo físico con una sobrehumana fortaleza moral. Ciudadanos a los que, como planteaba ayer el editorial de este periódico, las autoridades españolas no han planteado su particular “truco o trato”: ¿inmigrantes o refugiados? Ciudadanos libres llegados a esta tierra para prosperar en un caso, perseguidos por una dictadura en el segundo. El lenguaje importa.

En una entrevista en ABC.es Alejandro González Raga, expulsado a España en 2008, recordaba esta semana la promesa efectuada por la entonces secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez: “No os vamos a abandonar”, le dijo. Una promesa difícil de mantener. “Humo”, se lamenta con amargura Raga. El ministro Moratinos ha asumido con esta “victoria diplomática” una trascendental responsabilidad política y personal: la de ayudar a estas personas a ser libres en un país extraño. Sobre el régimen cubano reposa, por su parte, la pena infinita de hombres y mujeres como la madre de José Luis García Paneque (este médico enfermo llegó a Madrid el lunes), que vivió con el alma agridulce la “liberación” de su hijo, a quien quizás no vuelva a ver.

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