CICLISMO - TOUR DE FRANCIA
Vuelven Gaul y Bahamontes
Schleck, nuevo líder, y Contador se quedan solos en la lucha por el Tour, con Evans roto
El tiempo es cíclico. Como el Tour. Avanza y, de repente, vuelve a su origen.
16 de julio de 1958. Llueve dentro de la fría niebla del puerto de Luitel. Charly Gaul habla con Federico Martín Bahamontes. «¿Vamos?», le propone. Gaul es luxemburgués y es el «Ángel de la Montaña». Tiene 25 años, mirada azul y el Tour casi perdido. A su lado sacude pedaladas Bahamontes, que es español, de tez parda y pelo ondulado. Le dicen «el Águila de Toledo». «¿Vamos?». El castellano asiente. Tienen poco en común, como describió «Le Monde»: «Gaul adora la lluvia; Bahamontes, el sol. Gaul odia a Bobet; Bahamontes, a Loroño». Se van bajo el diluvio. Bahamontes cede. Gaul firma una leyenda. Ese día hace suyo el Tour. El siguiente, el de 1959, será el de Bahamontes. Los dos protagonistas de aquella breve conversación.
«No me había puesto un maillot amarillo desde que era juvenil», festeja Schleck. Hasta ayer, esa prendra era de Evans. Pálido en La Madeleine. Arrastrando su secreto: tenía un hueso del codo roto desde el domingo. Ni siquiera sus gregarios lo sabían. Subió en silencio, con el dolor bien anclado, y se quedó atrás con la primera aceleración.
El Tour se incrustó ayer en los Alpes. Una etapa de verdad, con la Colombiere, el Aravis, Saisies y La Madeleine. Para alpinistas. El Caisse d’Epargne montó la mejor cordada: Luis León Sánchez, Moreau e Iván Gutiérrez en la fuga matinal. Con ellos iban el potente Cunego y Sandy Casar. Pero el Caisse d’Epargne se suicidó. Eso, al menos, contó su líder y víctima, Luis León Sánchez, que se sentía traicionado por sus directores. «Primero me ordenan que tire para subir puestos en la general. Y luego cambian de opinión y me dicen que vaya a por la etapa. Ya no me quedaban fuerzas para el sprint».
En el kilómetro final, a los de la fuga les atraparon Contador y Schleck, los dos únicos candidatos designados por La Madeleine para disputar este Tour. De Evans y de Sastre —cedió cinco minutos— se había encargado el Saxo Bank. Y de los demás se ocupó Dani Navarro, el amigo de Contador. Soltó un latigazo y redujo el Tour a dos nombres. Gaul y Bahamontes. Andy y Alberto. Pudieron ser tres, pero a Samuel Sánchez se le clavó una ráfaga de calambres.
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