Sergio Cerezos rubrica con la espada la tarde de su alternativa
No abundan los toreros de esta tierra turolense
No abundan los toreros de esta tierra turolense. Ayer, Sergio Cerezos, un chaval hecho en México, volvió al calor de los suyos para hacerse matador de toros. Y a fe que ya lo puede airear, y bien alto. La estocada que recetó al de la alternativa la hubiera firmado el mismísimo Nicanor Villalta, aquel aragonés de Cretas que mataba como pocos. Pero además de esa decisión con la tizona, el hombre estuvo muy firme y corrió la mano con temple ante el buen primero al que desorejó entre la felicidad de los paisanos.
Pisó siempre terrenos comprometidos con el que cerró plaza, que al final se lo llevó por delante dándole un fuerte golpe en el bajo vientre. Se lo llevaron a la enfermería de la que se escapó para poder salir a hombros en fecha tan señalada. Lástima que El Cordobés tuviera que matarlo porque el toricantano no pudo redondear el triunfo.
La corrida de Martelilla, con dos remiendos de Casa de los Toreros, que viene a ser lo mismo —no como Juan Pedro y Parladé, una del padre y la otra del hijo—, fue desigual en todo. En tipo, en edad y en juego. Los mejores el primero y el quinto, el resto con sus problemas, especialmente el cuarto, a punto de cumplir los seis años.
Ni El Cordobés ni El Fandi pasaron de discretos con sus lotes respectivos.
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