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OPINIÓN

El dichoso diferencial

Lo siento por algunos prestigiosos columnistas que despotrican contra la fiebre patriótica, la venta de camisetas de la selección, las primas de los jugadores y el pulpo Paul

MIGUEL A. BARROSO

Declaraciones de un compañero en la tertulia vespertina de la máquina de café: «Lo importante no es ganar a Alemania en la semifinal, sino que no se dispare el diferencial con respecto a ese país». Sus interlocutores le miran estupefactos. El tipo habla en serio. Como todo el mundo (ejem...) sabe, el diferencial mide el riesgo que tiene cada estado de devolver lo que le han prestado los inversores. Con respecto a Alemania, que posee el bono de referencia en Europa, somos bastante sospechosos. Llegados a este punto, la posibilidad de que los integrados hagamos caso a los apocalípticos tiende a cero, por mucha razón que tengan; la crisis galopa, sí, pero vivimos en una burbuja futbolera. Lo siento por algunos prestigiosos columnistas que despotrican contra la fiebre patriótica, la venta de camisetas de la selección, las primas de los jugadores y el pulpo Paul. De repente, una noticia acude en nuestro auxilio para sofocar cualquier atisbo de remordimiento. Según un informe del banco holandés ABN Amro, el PIB del país ganador del Mundial crecerá de forma adicional un 0,7 por ciento este año; así ha ocurrido por término medio desde 1970. Pero ojo: el efecto para el perdedor de la final es de un retroceso de 0,3 por ciento. Así que los críticos deberían sumarse hoy a la causa.

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