La nueva Alemania mestiza
Once jugadores son de ascendencia extranjera en un equipo diverso y multicultural

La nueva Alemania es joven y mestiza. Con una media de edad de 24 años y 96 días, la más baja desde 1934, la selección germana ofrece el rostro diverso y polícromo de una sociedad multicultural que encuentra en el fútbol su mejor escaparate. Once de los 23 seleccionados por Löw han nacido fuera de Alemania o son hijos o nietos de extranjeros. La eclosión teutona de la nación balompédica arcoiris en la Sudáfrica multirracial del post apartheid supone la negación deportiva del postulado nazi de la superioridad de la etnia aria.
La prensa alemana celebra alborozada la transformación de su venerada «Nationalmannschaft» en una «Internationalmannschaft» por efecto de la «generation M», por «multi-kulti» (multicultural). El traspaso de testigo de la vieja guardia a las jóvenes promesas viene acompañado en los tricampeones mundiales (1954, 1974 y 1990) de una apertura a las diferentes comunidades inmigrantes que componen Alemania.
Jeronimo Cacau nació en Brasil en 1981, los padres de Marko Marin salieron de la Bosnia-Herzegovina en guerra para instalarse en Frankfurt, Dennis Aogo tiene raíces nigerianas, Khedira es hijo de tunecino y el padre de Boateng es ghanés. Özil y Tasci son oriundos de Turquía, Mario Gómez lleva código genético español mientras que Klose, Podolski y Trochowski forman el contingente polaco.
La canciller federal, Angela Merkel, considera que la selección representa «un ejemplo de cómo pueden surgir modelos de conducta, modelos para todo nuestro país, tanto para aquellos que son de origen alemán como para los que desean integrarse». La jefa del gobierno germano, que estuvo ayer en el partido de cuartos contra Argentina, reconoció en una reciente entrevista televisiva en la cadena pública ARD que el porcentaje de jugadores de origen extranjero en la selección alemana de fútbol es muy superior a la media de la sociedad, pero subrayó que éstos se convierten en «ídolos comunes».
Política de convocatoria
Las autoridades alemanas se replanteraron su política de convocatorias, reacia a los apellidos con fonética extranjera, a raíz de la prematura eliminación en la primera fase de la Eurocopa del 2000. Aquel torneo fue conquistado por la Francia «black-blanc-beur» (negra-blanca-árabe), que dos años antes se había proclamado campeona del mundo bajo el liderazgo de Zidane, hijo de inmigrantes argelinos.
El milagro alemán de la diversidad fue posible gracias a la revisión del código de la nacionalidad en el año 2000, que permite la naturalización sin necesidad de ser hijo de padres autóctonos. La irrupción de jóvenes talentos de ascendencia extranjera ha supuesto una ruptura con los clásicos valores de potencia, rigor, fuerza moral y alergia a la estética que han sido las tradicionales señas de identidad del fútbol germano.
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