ÁRBITROS, LOS ÚNICOS SIN PECADO
La única duda que me ofrece la actuación del árbitro López Acera es saber si actuó así por ser idiota o por ser prevaricador
RESULTA del todo extraño, hasta el punto que más bien parece imposible, que en un país como el nuestro, en el que la contagiosa corrupción afecta tanto a políticos como empresarios, jueces, profesionales de las más variadas disciplinas, maestros, militares, sindicalistas, funcionarios… no aparezca nunca jamás en los medios de comunicación denuncia alguna contra un árbitro deportivo, sobre todo de fútbol, al que le hayan regalado un caballo o arreglado la cocina por haber pitado a favor del equipo que preside el desprendido empresario de la construcción.
¿Quieren negarme que, siendo tantos los intereses que se mueven alrededor del mundo fútbol, tan elevados los traspasos de jugadores y las comisiones aparejadas, tan jugosos los premios por jugar la Champions League, tanta la pasión y entrecruzados los dividendos no hayan sido numerosas las pecaminosas ofertas a quien tenía en la mano el pito con el que señalar o no un penalti o un fuera de juego?
Preguntado queda, pero no me pidan más concreción porque cada vez que, en mi condición de director de un periódico, he tratado de averiguar alguna de las cuestiones más sórdidas del fútbol, han sido los propios redactores de deportes quienes me han aconsejado que desistiera de mi empeño: «Nos buscas un lío; vas a hacer que se nos cierren las puertas del vestuario; nadie habla nunca del problema arbitral…», han sido algunos de los comentarios obtenidos por toda respuesta que, a la vista está, pretendía ser disuasoria de mi insistencia averiguadora.
El pasado domingo se disputó el partido de vuelta para el ascenso a la Segunda División entre el Alcorcón y el Ontinyent. En el partido de ida, jugado en el Estadio del Clariano, resultó muy sospechosa la actuación del árbitro. Mientras el partido se mantuvo sin goles pasó bastante desapercibida, pero en cuanto el Ontinyent marcó el primer gol, el catalán Israel Simón del Pino se desprendió de toda equidistancia y, excepto vestirse de amarillo como los jugadores del Alcorcón, hizo cuanto pudo, que fue mucho y determinante, por conseguir que el equipo madrileño empatase. Y el Alcorcón empató. Y no sólo eso sino que se inventó una falta inexistente para así poder expulsar al capitán del Ontinyent, Gonzalo.
En el partido de este pasado domingo la actuación del árbitro extremeño Fernando López Acera fue parecida a la de su colega catalán. Durante la primera parte, en la que el Ontinyent consiguió dos goles de ventaja, pasó inadvertido, pero fue comenzar la segunda y se reconvirtió en capitán del Alcorcón. Un gol en fuera de juego, un penalti inexistente, un tercer gol precedido de mano fueron las decisivas aportaciones de este individuo para que el Ontinyent no ascendiese.
La única duda que me ofrece la actuación del árbitro López Acera es saber si actuó así por ser idiota o por ser prevaricador. El resultado a la vista está. Su equipo (y el de la Federación y el del Colegio de Árbitros) ha ascendido y él, también, faltaría más. El próximo
año pitará en Segunda A. Todo un robo a pito armado que como tantos otros, quedará impune.
joseluistorro@gmail.com
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