Irán mueve fichas

Después de meses discutiendo qué nuevas sanciones debía aprobar al Consejo de Seguridad para doblegar la vocación nuclear iraní, al final nadie se enteró de lo ocurrido porque estábamos distraídos con el montaje de la «flotilla de la libertad».

Las sanciones llegaron. Como estaba previsto ni son tantas ni tan contundentes y es poco probable que sirvan para poner fin al programa nuclear, aunque más vale eso que nada. El castigo a Irán es importante, pero los ayatolás han vuelto a demostrar a Washington que sus apoyos en el Consejo de Seguridad son sólidos.

Mientras Estados Unidos trataba de convencer a Rusia y China para que se sumaran a su posición, con parcos resultados, Irán mostraba al mundo cómo Turquía, estado miembro de la Alianza Atlántica, se incorporaba a su campo, planteando un casus belli con la violación del cerco, apoyando a un grupo terrorista y, por último, votando en contra de la resolución en el propio Consejo de Seguridad.

Los ayatolás no sólo han atraído a Turquía, además han colocado a los árabes «moderados» a la defensiva. Ellos más que nadie están a favor del cerco, del fin de Hamás y de la anulación de la injerencia iraní en sus asuntos. Sin embargo, ahora tienen que hacer el paripé ante sus opiniones públicas, enardecidas por las nuevas cadenas de televisión globales, y criticar una medida que han defendido en voz baja hasta el pasado incidente.

El mar va a continuar siendo el marco de los nuevos movimientos. Ante la posibilidad de que Naciones Unidas inspeccione sus barcos en el Golfo Pérsico, los iraníes amenazan con hacer otro tanto a los navíos que surquen aquellas aguas, al tiempo que envían buques a Gaza, con miembros de la Guardia Revolucionaria como tripulación, para provocar nuevos incidentes.

Son osados, pero mueven sus piezas con criterio.