El reencuentro de Zapatero y Solbes
El Club Bilderberg, también conocido como el gobierno mundial en la sombra, celebra este año en la localidad de Sitges su reunión anual. Nadie está seguro de si la elección de España para tan distinguida cita debe entenderse como un halago o constituye, más bien, un indicio de la gravedad con que nuestro país puede arrastrar a la economía mundial hasta el pozo de la gran recesión.
España vive en libertad condicional y bajo vigilancia del Fondo Monetario Internacional, que ha situado el seísmo de la la crisis en la Eurozona y para ser más exactos en aquellos países donde aún no está garantizada una estrategia de consolidación fiscal y reformas estructurales.
Zapatero aparece como invitado especial en esta edición del selecto cónclave, lo que supone una ocasión inmejorable para ilustrar a los mandatarios del mundo mundial sobre la metamorfosis que ha de experimentar la economía española. El presidente podrá además reencontrarse con un viejo amigo como Pedro Solbes, habitual de estos eventos y cuya figura es más añorada por los observadores internacionales que por su antiguo jefe.
No son pocos los que destacan el vacío dejado por el ex vicepresidente económico y lo útiles que hubieran sido sus consejos para evitar males mayores. Solbes siempre fue un acérrimo defensor de la estabilidad presupuestaria que Zapatero sacrificó en aras de una política de gasto público que ha tenido perversas consecuencias económicas y también electoralistas.
El jefe del Gobierno tiene que limpiar su imagen ante la sociedad española pero también necesita recuperar algo de credibilidad en los mercados y nadie mejor que un influyente Solbes para rescatarle de la ciénaga a la que ha conducido su extravagante populismo. Las reuniones del Club Bilderberg no tienen reflejo público porque de ello se cuidan muy mucho los organizadores, pero sus conclusiones no suelen caer en saco roto a ojos de la comunidad financiera internacional. Si Zapatero aspira a una cierta redención no debe despreciar la mano tendida de su antiguo colaborador. Solbes, con su renuncia de hace un año, representa en estos momentos un nuevo valor en alza. Además, los sindicatos ni se van a enterar.
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