La excelencia como meta
POR M. ASENJO
MADRID. Las clases no tienen pupitres ni pizarras tradicionales. Son amplios espacios, con mesas donde los alumnos trabajan con ordenadores y con pizarras electrónicas, que dan una nueva dimensión a la educación. «Estamos preocupados por la innovación académica y la excelencia, y utilizamos las nuevas tecnologías de los métodos educativos. Tratamos de poner al alcance de las familias las inquietudes de un proceso educativo de alto rendimiento proporcionando un equipo de jóvenes profesores preocupados por la eficacia día a día de los nuevos predigamos educativos que nos llegan ya de un mundo globalizado, afirma el sacerdote Luis Lezama, que es el alma del Colegio Santa María la Blanca, una institución de ideario católico y carácter diocesano, «vinculada a la parroquia». Es un centro concertado que acoge a 1.200 alumnos de Infantil, Primaria y Secundaria y que ampliará su oferta al Bachillerato.
El colegio, que nació a iniciativa de la Fundación Iruaritz Lezama, presidida por Luis Lezama, alienta el modelo pedagógico de aulas sin muros o transparentes. «El sistema de educación tradicional está obsoleto, su metodología no sirve y los niños necesitan incorporarse al proceso de aprender», dice Lezama.
El modelo del Santa María la Blanca, todavía en fase experimental, es el método SERF (Sistema Relacional Fontán), que lleva más de diez años aplicándose con éxito en los colegios Fontán, de Colombia. El centro inició los contactos con Orlando Ayala, vicepresidente de Microsoft y mano derecha de Bill Gates, y se empezó a trabajar con un equipo piloto, con el pedagogo Julio Fontán y la experiencia desarrollada por Microsoft en Bogotá. El sistema acepta cualquier implantación aunque ha sido Microsoft la que ha desarrollado el «software» para el colegio por valor de 1.500 euros. Todos los alumnos tienen un pequeño ordenador, a prueba de golpes, que cuesta 325 euros. También colabora Fundación Telefónica.
Sin memorizar
Según el modelo, el libro y la clase tradicional pierden protagonismo, aunque se respetan los temarios oficiales. El alumno debe preparar cada tema consultando libros y hasta en internet, sin memorizar. Sus dudas las consulta a un profesor. Las tutorías son fundamentales, así como la estrecha conexión con los padres. Al alumno se le exige responsabilidad y autonomía, ya que debe planificar su trabajo en una agenda, dispone de un plazo máximo para acabarlo y puede trabajar fuera del aula. Si el profesor le da el visto bueno, el alumno estará listo para el examen. De lo contrario, comenzará de nuevo. Pero «todos llegarán a la excelencia; el tiempo no importa», sostiene la dirección.
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