Sorprendente Ave Phoenix

E. RODRÍGUEZ MARCHANTE

Además de un reconocido mochales, Joaquin Phoenix es uno de esos actores que escupen veneno auténtico desde el interior de sus escenas, un tipo que se abre en canal mientras que mira a la cámara con la fragilidad y candidez de un crío. Tiene algunas interpretaciones memorables, pero ninguna como ésta de amante brumoso en «Two lovers», un drama romántico de James Gray que esperaba turno de estreno desde hace ya tiempo, a pesar de que es una de las mejores (y más tristes) películas que habrá este año en la cartelera.

Pocas veces un anillo había tomado tanta importancia en el desenlace de una historia (acaso el de Woody Allen en «Match Point»), pero hasta ese momento, cumbre, James Gray, un creador de climas fabuloso («La noche es nuestra», «Little Odessa»), ha recreado varios ambientes nocturnos, asfixiantes, familiares y sentimentales, todos ellos vistos a traves de los ojos transparentes de un personaje roto, debilitado por sus varios intentos de suicidio, pero que encuentra un tablón en el amor desesperado por su vecina, que interpreta una Gwyneth Paltrow entonadísima en el papel para el que realmente ha nacido: encarnar todas las partículas del amor glorificado, desde las mejores y más benignas, hasta las más dañinas y detestables.

Lo turbio, lo irrespirable y la noche en su sentido postrero, terminal, son las atmósferas en las que florece el mejor cine de James Gray, y es el hecho de que coloque ahí una fulminante historia de amor, o de búsqueda del amor (él es un «sintecho» emocional), lo que hace aún más insólita esta película, cuyos ahogos o desahogos finales, filmados, como toda la historia, con una cercanía feroz, te abren el pecho como si se te hubiera desabotonado algo.