José Tomás sale del hospital mexicano tras recibir el alta médica
Como si fuera un milagro, ocho días después de haber sufrido la cornada más grave de las 19 que tiene, José Tomás apareció por la puerta del Hospital Centenario Miguel Hidalgo, justo esa por la que entró debatiéndose entre la vida y la muerte, pero ahora para abandonarlo.
Con un rostro pálido, más delgado de lo que acostumbra estar, pero con una amplia sonrisa, en una silla de ruedas empujada por su médico particular Rogelio Pérez Cano, Tomás se detuvo ante no menos de 50 medios de comunicación que lo esperaban en la salida y de algunos aficionados quienes se pudieron enterar de la súbita decisión de que abandonaría el hospital al medio día del sábado.
Tomás, con movimientos serenos y delicados, sacó una hoja de papel en la que había plasmado unas líneas que de inmediato y visiblemente emocionado comenzó a leer.
«Estoy consciente de que yo estoy aquí gracias a esas manos tan oportunas que en el ruedo taponaron mi herida, al equipo médico que me atendió con decisión y profesionalidad, a los doctores Alfredo Ruiz y Juan Carlos Ramírez y a la Virgen de Guadalupe», dijo el torero de Galapagar.
«Aquí en esta tierra me hice torero, aquí recibí mi primera cornada grave, desde entonces llevo sangre mexicana en mis venas, me siento mexicano por adopción. Este discurso ha sido superado por los últimos acontecimientos».
«México, ayer recibí la sangre de tu pueblo y así no se puede sentir uno más mexicano y más agradecido, gracias México, gracias Aguascalientes», fueron las palabras de Tomás, que se vio bajo de peso.
La emoción embargó al torero cuando leía este discurso que había escrito él de su propia mano, y en el que desde luego también agradeció los servicios del hospital, al Gobernador del Estado Luis Armando Reynoso, a los medios de comunicación que, según sus palabras, respetaron su privacidad, a sus amigos, a su familia y a los doctores, en especial a Rogelio Pérezcano, su médico español particular, a quien calificó como su ángel de la guarda.
Una vez concluido el discurso en el que hizo un llamamiento a la gente para que done sangre para los que la necesitan, la silla de ruedas se enfiló hacia una camioneta blanca y al llegar al estribo de la puerta delantera, se puso de pie y él mismo subió al vehículo, se acomodó y cerró la puerta. Nunca desapareció la sonrisa y con la mano saludaba con mucha satisfacción a quienes le deseaban suerte y le daban gracias a Dios porque un hombre que estuvo al punto de la muerte, estaba otra vez sano y salvo.
Los médicos platicarán con Tomás para definir si se quedará aquí en México o su recuperación la hará en España, decisión que darán a conocer a principios de la semana cuando planean quitarle los puntos de sutura.
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