Empachado de Nocilla
El escritor Vicente Luis Mora, inspirador de la «generación Nocilla» y ahora verso suelto de la misma, publica «Alba Cromm»
Aunque de un tiempo a esta parte la Nocilla literaria provoca adicción, todos los excesos se terminan pagando y el riesgo de empacho es muy elevado cuando de egos culturales se trata. Este bien podría ser el diagnóstico del estado profesional del escritor Vicente Luis Mora , en su día integrante de la llamada «literatura mutante» y que ahora emprende carrera en solitario con un nuevo libro, «Alba Cromm» . Una novela tan arriesgada como los experimentos literarios de sus ex-compañeros, pero con la que Mora quiere poner punto y final a la etapa nocillera de su vida.
«Lo único que puedo decir es que hace tiempo que estoy en otra cosa y prefiero hablar del presente y del futuro», cuenta un parco en palabras Mora, quien en su día confesó sentirse a disgusto con el traje de intelectual moderno que cada día debía ponerse para salir a escena literaria. «Para que un escritor se sienta cómodo en un traje debe haberlo diseñado él mismo, aunque también puede optar por ir desnudo (no en mi caso, que soy muy pudoroso). Se trata de que el autor no tenga ningún límite a la hora de escribir, aunque en ese grupo nadie forzó a nadie y no hay que buscar culpables», sentencia el escritor para después matizar que «eso no quiere decir que me parezca mal la literatura mutante».
Una vez renovado el vestuario, Vicente Luis Mora se puso «el traje cómodo de estar en casa» y decidió poner en marcha un arriesgado proyecto que, aunque iniciado hace cinco años, ve ahora la luz en forma de novela bajo el título de «Alba Cromm» (Seix Barral) . El libro cuenta, con la estructura de una revista, las (des)venturas de una subcomisaria de Policía Nacional que lucha hasta desgañitarse profesional y personalmente contra la pederastia en internet . «Para evitar la figura de un narrador omnipotente, que es algo muy antiguo e iluso, me pareció interesante darle al libro la forma de una revista», cuenta el autor a modo de confesión metodológica. No obstante, el autor confía (casi a ciegas) en la comprensión del lector, que «terminará entrando en el juego de la ficción».
El lector no es tonto
Y es que Vicente Luis Mora, actual director del Instituto Cervantes de Albuquerque (Estados Unidos) , se niega a pensar que el lector es tonto. «Trato al lector con respeto porque creo que quiere aprender, tiene la obligación natural de querer aprender y de buscar información cuando no entiende algo». De ahí que el escritor se haya decantado por un tema tan espinoso como la pederastia, «por desgracia de actualidad perpetua y ahora muy mediático». En este caso, el riesgo de «Alba Cromm» subyace en que la pederastia es el tema central de la novela, pero Mora se justifica argumentando que «el escritor debe ser valiente y no descartar un tema porque sea duro, porque incluso puede ayudar a los lectores a tener otra perspectiva y entenderlo mejor».
Riesgo, innovación, valentía y un fundamental propósito literario: construir una psique femenina potente. Esa piel de mujer es la de Alba Cromm, protagonista, según el propio Mora, de «una novela cervantina apta para todos los públicos , pues todo el mundo ha tenido una revista entre las manos, pero no un libro. En la novela hay muchos niveles de lectura y cada uno llega hasta donde puede llegar». Lo dice un ilustre conocedor del género, satisfecho con el trabajo realizado y fervoroso pecador en el sentido más literario del término, ya que «el pecado que debería cometer todo escritor es intentar ser el mejor en el momento de la escritura y una vez publicado pensar que seguramente es el peor. A mí me pasa constantemente. Tienes que ser ambicioso al escribir y humilde al terminar».
A Vicente Luis Mora no le preocupan las etiquetas literarias pues son «una forma de orientar a los lectores, de situarlos en el espectro de la literatura, y al que no le guste que le etiqueten que deje de escribir». Tan claro es su juicio como diversas y complicadas son sus influencias, lo que le convierte, a su parecer, en «una de las personas más libres a la hora de crear. Nunca sé dónde va a estar la chispa que me va a producir energía para escribir, y creo que la obligación del escritor es estar atento».
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