CARTAS AL DIRECTOR
Opinar sobre Garzón sin conocimiento
El editorial «An Injustice In Spain», publicado por «The New York Times», dice que un «compañero» de Garzón ha decidido cerrarle el paso en su afán investigador de crímenes contra la humanidad que deberían ser investigados. Afirma el «NYT» que debiera permitirse a Garzón reanudar su trabajo «lo más pronto posible. España necesita una honesta revisión de su turbulento pasado, no juzgar a quienes tienen el coraje de demandarlo».
La injusta y arrogante ligereza del «NYT» se funda en la ignorancia de muchos hechos, por no decir de todos los hechos que se consideran posiblemente delictivos en la causa penal a que se refiere. Para empezar por el final, no procede permitir a Garzón que reanude su trabajo porque fue él mismo el que lo terminó declarándose incompetente para investigar lo que se le había denunciado, que eran determinadas «desapariciones forzadas» de personas entre 1936 y 1939. Es un hecho, reconocido por el juez Garzón y base de su resolución de 18 de noviembre de 2008, que carecía de competencia -de jurisdicción- para ocuparse de lo que le había sido denunciado.
Los señores del «NYT» son muy libres de decir que España necesita un sincero examen de su agitado pasado. Pero no deberían atreverse a formular esa opinión como si ocurriesen dos cosas: que no se ha realizado hasta ahora ese sincero examen y que realizarlo es cosa que dependa del Juez Garzón. No quiero discutir ahora sobre la Ley de Amnistía de 1977, pero los señores del «NYT» harían bien en distinguirla de leyes de «punto de final» más o menos apresuradamente aprobadas en distintos países con el fin de dejar impunes ciertos delitos. En todo caso, lo más grave es ignorar que no es el capricho de un colega de Garzón el que puede determinar que deje durante un tiempo el ejercicio de la judicatura sino un magistrado del Tribunal Supremo cuyas decisiones han sido respaldadas por otros magistrados del Tribunal Supremo, por unanimidad.
Andrés de la Oliva Santos. Catedrático de Derecho Procesal de la Universidad Complutense de Madrid
Cuentos de hadas
La ministra de igualdad ha vuelto a tener otra ocurrencia. Al parecer, ahora ha decidido arremeter contra los cuentos de hadas, en la versión de Walt Disney, a causa de su contenido sexista. Después de más de 50 años de militancia feminista, tanto en mi ámbito privado y personal,como profesional y público, no salgo de mi asombro.
Las películas aludidas -Blancanieves, Cenicienta, La bella durmiente, son auténticas obras de arte, concebidas en un determinado momento histórico y deben respetarse tal y como son. En el supuesto de que tuviera razón, debería prohibir a continuación las visitas a todo el circuito de «Disney World». Debería prohibir también toda la literatura que pudiera parecerle sexista, machista o parecido. Es decir, un «Fahrenheit» en el que se estarían quemando libros interminablemente.
Si la señora ministra estuviera al corriente de las cosas que ocurren actualmente por el mundo sabría que en estos momentos se está produciendo una masculinización de la conducta femenina -a causa de una interpretación excesiva y errónea del feminismo- que se puede observar en Estados Unidos, Inglaterra e incluso Italia, con la presencia de bandas de niñas adolescentes que asaltan y atacan a los transeúntes, o el espectáculo de niñas que se dan cita para pegarse en lugares apartados. ¿Le parece esto más recomendable que disfrutar con la fantasía amable y el ambiente caballeresco de los cuentos de Walt Disney?
Le recomiendo a la ministra que vuelva a las aulas universitarias a ampliar conocimientos y a continuación se deleite con la música de Tchaikowski en «La Bella Durmiente», los divertidos animalitos de «La Cenicienta» y la encantadora Hada Madrina. Y que aprecie el triunfo de la virtud de Cenicienta sobre la envidia de las malvadas hermanastras.
María Helena Sánchez Ortega. Profesora titular de Historia Moderna y especialista en Historia de las mujeres
Oportunidad para toda Guipúzcoa
Ahora que Adif-Renfe va a renovar la vía desde San Sebastián a Irún, es el momento de algo muy importante. La nueva vía de ancho ibérico se podría completar con un «carril ancho europeo» por muy poco dinero, sin grandes molestias.
En Europa quieren imponer el «ferrotaje» para evitar las avalanchas de camiones por las autopistas. Y Pasajes Puerto podría ser llegada y salida para mercancías de toda Europa. San Sebastián, Rentería e Irún -unos 300.000 habitantes- ganarían así muchos puntos en su situación estratégica, que hasta ahora los situaba muy a trasmano del tráfico marítimo internacional.
Dionisio Pérez-Villar. San Sebastián, Guipúzcoa
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