El enigma de la media más dura
MADRID. Dorsal 2.267 y un enigma ¿Qué misteriosa motivación anima a un cincuentón calvorota y barrigón a lanzarse a cubrir 21.097 metros?
¿Cómo explicarlo? Desde luego no es el obligado madrugón. A las cinco y media, arriba para desayunar, hidratarse, vestirse y poner en práctica el ritual que todos siguen antes de una carrera.
Ni los tres meses de entrenamiento invernal, que este año en Madrid han sido especialmente duros con muchos días de lluvia, nieve, viento y un frío polar.
Ni, por supuesto, el durísimo trazado por el que nos llevan... Esa subida hasta Plaza de Castilla; esos rompepiernas «sube y baja» de Príncipe de Vergara o esa mortal cuesta de Moyano del kilómetro 19.
Lo que te anima a intentarlo son los amigos que salen contigo a correr, aunque luego no les veas el pelo una vez dado el pistoletazo. Esos bomberos de Santa Engracia que cada año te esperan a la puerta de su parque. Ese público cariñoso, entregado y paciente, que te acompaña durante las dos horas del recorrido. O esos 14.000 anónimos y sudorosos «locos» que durante una mañana son casi como hermanos.... Decidido: «¡El año que viene otra vez!».
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