Palmas sin ramos para Leandro
BOTÁN Un momento de la faena de Leandro, ayer, en la Plaza de Las Ventas de Madrid
La primera corrida de la temporada en Madrid reúne a tres diestros de la línea artística: un cartel que aquí aprecian más que en otras Plazas. Por fas o por nefas -decían los revisteros clásicos- ninguno de los tres redondea el triunfo que necesita. Leandro, sobre todo, demuestra que sabe torear bien pero mata fatal (¡y van!...) Con esa espada no se puede llegar arriba.
Curro Díaz es muy querido en esta Plaza, cuya puerta grande ya abrió una vez. Su primer toro tiene calidad pero pocas fuerzas. Después de unos doblones innecesarios, se derrumba tres veces. Torea con la derecha muy templado pero sin emoción. Por la izquierda se queda corto y lo desarma. El toro acaba en el suelo,en medio de la bronca.
El cuarto, cinqueño, es escurrido pero serio de pitones: otro que se cae en varas y se derrumba en la faena de muleta. Así, el lucimiento es imposible. No ha tenido hoy Curro Díaz ninguna opción.
Corre turno Morenito de Aranda en su primero y se encuentra con un buen toro, al que recibe con verónicas decididas; con la muleta, no acaba de acoplarse. Y lo mata en los blandos.
Cierra la tarde el segundo sobrero de Carriquiri: colorado, serio, sale suelto, barbea las tablas, huye. Es flojo y mansea pero, desde la distancia, va bien. Morenito se muestra voluntarioso pero tampoco consigue redondear: quizá le falta mando y más claridad de ideas.
Los momentos más brillantes los consigue Leandro. Corre turno en su primero y muletea con empaque, con ritmo, acompañando bien la embestida. Al natural se queda más corto y vuelve a los derechazos: algunos, francamente buenos. Pero matando es una calamidad: hay que aprender esa técnica. Sin eso, todo su buen toreo se diluye.
El sobrero de Carriquiri que hace quinto va a su aire, no para, se deja pero sale distraído, con la cara alta. Leandro vuelve a mostrar muy buenas maneras: algunos naturales, alargando la embestida, tienen mérito y también aguanta con firmeza los parones. Todo lo que hace es torero pero vuelve a matar mal. Es urgente que lo corrija, si quiere ser alguien en el toreo.
A fines del XIX, visitó España el escritor italiano Edmundo de Amicis, que escribió esto: «La inauguración de las corridas de totros en Madrid es mucho más importante que un cambio de ministerio. El que anda escaso de dinero hace economías; los padres prometen a los hijos estudiosos que los llevarán a la corrida; los amantes lo prometen a las hermosas...»
Eran otros tiempos. Cuando yo era chico, tal día como hoy, cantábamos en el colegio un himno, «Pueri hebraeorum»: «Los niños de los judíos, tomando ramos de olivo, salieron al encuentro del Señor, diciendo: Alegría en el cielo».
El modernista Manuel Reina cantaba «las elegantes ramas de palmera, que se doblan e inclinan en temblorosos arcos de oro».
Por culpa de la espada, Leandro se ha quedado hoy con las palmas, sin llegar a la alegría triunfal de los ramos de olivo.

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