Siete estilistas proponen un cambio para Leire Pajín
Su imagen es francamente mejorable. Está tan centrada en la política, que no se da cuenta de que su perfil no es nada fotogénico y pide a gritos una remodelación
Una de las páginas más divertidas (y visitadas) de Facebook se llama «Donemos un céntimo para comprarle un champú y una ortodoncia a Leire Pajín». Con lo cual, ya nos situamos. Leire se consagró políticamente cuando anunció el «encuentro planetario» entre Obama y Rodríguez Zapatero en la antología de los despropósitos. Está ahí, dicen las malas lenguas, porque su padre es muy amigo de Felipe González y su madre es una veterana militante socialista, como tienen comprobado en sus carnes los vecinos de Benidorm... Pero no vamos a irnos hoy por esos derroteros. Volvamos al Facebook. Leire no tiene la presencia física que las modas reclaman de un dirigente político. Ni la elegancia de Salgado, ni la personalidad de Fernández de la Vega, ni el morbo de Carme Chacón…. No es alta, tampoco especialmente delgada, con un cabello mejorable y una dentadura que pide a gritos que invierta tiempo, y no menos dinero, en ella (¿nadie le ha hablado de la ortodoncia adulta?) Vestida por su peor enemigo, como subrayan incluso sus propias compañeras del PSOE, no se sabe sacar partido. Porque no hace falta ser Carla Bruni para aparecer ante los medios —como le corresponde por su posición como «número tres» del PSOE— con un «look» más agradable. Leire Pajín, además, se muestra habitualmente enojada, irritada, enfadada. Lo suyo no es la elocuencia, sino la demagogia. Y eso agria el gesto. Es demasiado joven para ir por la vida como réplica de «La Pasionaria», como la bautizaron en el tradicional mitin de Rodiezmo después de pasar a la posteridad puño en alto.
Sin embargo, quienes la conocen, insisten en que es simpática, accesible, amable, sabe escuchar, es sumamente trabajadora, adora a su jefe, es leal con sus compañeros y, por encima de todas las cosas, ama la política. Posiblemente de ahí le venga ese natural desaliño indumentario. Está tan centrada en la cosa pública (lo suyo no es solo tradición familiar, sino obsesión) que es incapaz de darse cuenta de que su perfil no resulta fotogénico, de que su pronunciado busto reclama a gritos otro tipo de corpiño, de que las faldas no le sientan bien a cierta altura y que necesita tanto cambiar de peluquero, a pesar de su última mejora, como de dietista.
Cierto es que ni Thatcher, ni Merkel, ni Bachelet recuerdan vagamente a Ursula Andress. No es preciso exhibir un físico exquisito para participar en política. Pero, como decía Dorothy Parker, «en política, y en casi todo, cuando no tienes curvas tienes que tener neuronas». «Partimos de una buena base»
Nuestros estilistas se han puesto de nuevo a trabajar. «El personaje da juego», reconocen. «Partimos de una buena base», añade María Baras de Cheska. «El último cambio de look ha sido bastante acertado. Ha desterrado los rizos y esa melenita a la altura de la barbilla que tan poco le favorecía y ha optado por una melena lisa y mas larga que le estiliza el rostro». Aun así, esta estilista, Iván de R´Difusión, Tono Sanmartin y Lorena Morlote le alargarían el pelo unos centímetros con extensiones. Coinciden la gran mayoría en que le falta definir su flequillo, que no acaba de dejarlo crecer. Sus propuestas son de los más variopintas (y optimistas): alborotado y despuntado como el de Meg Ryan, con el movimiento de Jeniffer López, tapándole los ojos como el de Taylor Momsem en Gossip Girl...
Tampoco tiene resuelto el color del cabello. Morlote lo convierte en marrón chocolate, Sanmartín en rubio platino, Aberastuuri, Ivan Barreda (R´Difusión) y Lusi Miguel Vecina (Camille Albanne) la la prefieren caoba, y Ángel le haría unas mechas más naturales.
Lo que es un grito generalizado es que se someta a un tratamiento equilibrador que reduzca el efecto graso de su raíz. Al final, voy a tener que acabar haciendome de Facebook sólo para donar un céntimo y comprarle un champú y una ortodoncia a Leire Pajín!!
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