Un rico hecho a sí mismo
Millón arriba, millón abajo; peldaño arriba, peldaño abajo, Carlos Slim, Bill Gates y Warren Buffet han compartido durante el último lustro el podio de los hombres más ricos del mundo, según la revista «Forbes». En su último listado anual, la publicación sitúa por fin al empresario mexicano de origen libanés en el primer puesto, con una fortuna personal estimada en 53.500 millones de dólares (equivalente al 8% del PIB de México), 500 más que el dueño de Microsoft. El «mago de las finanzas» ha de conformarse esta vez con «apenas» 47.000 millones de dólares.
En el último año, Slim ha aumentado su cuenta corriente en 18.500 millones de dólares, gracias al alza del 35% en el valor de las acciones de América Móvil, el mayor operador iberoamericano de telefonía móvil, y de un 20% en su entidad financiera, Inbursa. Eso deja lejos el incremento del 5,7% en las acciones de Microsoft durante el segundo trimestre de 2009.
Nacido en 1940 en la capital mexicana, tercera generación de inmigrantes libaneses (una de las comunidades más emprendedoras del país), Carlos Slim Helú comenzó a colaborar desde niño en la mercería «La estrella de Oriente», negocio familiar dirigido por su padre, Julián Slim Haddad, quien, además, compraba propiedades a bajo precio en Ciudad de México.
Inversor precoz
Según la biografía oficial, Julián Slim había embarcado en 1902 -solo, sin hablar una palabra de español y con apenas 14 años- en Líbano con destino a México, donde ya se habían instalado cuatro de sus hermanos en 1898. El joven huía del Imperio Otomano, que entonces obligaba a los adolescentes a incorporarse a su ejército. Mientras, la madre de Carlos Slim, Linda Helú, era hija de José Helú y Wadiha Atta, también libaneses, quienes llegaron a México a finales del siglo XIX llevando al país la primera imprenta en árabe.
A los 12 años, uno antes de que muriera su padre, Carlos Slim ya lleva un registro de los movimientos en su libreta de ahorros. Tras graduarse en Ingeniería Civil por la UNAM, Slim invierte la herencia paterna en el sector inmobiliario, y en 1985 comienza a adquirir empresas: la principal tabacalera del país, una fábrica de repuestos de automóviles, el grupo de tiendas Sanborns... Sería en 1990, durante la presidencia de Carlos Salinas, cuando diera el gran pelotazo al hacerse de manera controvertida con la estatal Teléfonos de México (Telmex) por 1.760 millones de dólares (cuando en la práctica sigue funcionando en régimen de monopolio, tiene una capitalización de 18.000 millones).
Las compras
Más tarde adquirirá las tiendas de repostería El Globo; en 1997 compra participaciones a bajo precio de Apple (poco antes del retorno de Steve Jobs a la compañía; un año después, y tras la aparición del iMac, la cotización de sus acciones se había multiplicado por seis), se hace con Prodigy (proveedor estadounidense de servicios de internet), se asocia con Gates para crear el portal T1MSN...
Desde su Grupo Carso, Slim controla «holdings» como Condumex, Frisco, Techtel, Metrored, Nacobre, Porcelanite y Sears, además de acciones en Philip Morris, OfficeMax o Saks Incorporated. También tiene negocios en la prensa (posee el 7% de «The New York Times») y ha iniciado una visible expansión en el mercado inmobiliario, con edificaciones en los principales barrios del Distrito Federal.
Como todo multimillonario que se precie, el «primus inter pares» tiene tiempo y dinero para dedicarlo a la filantropía (aunque también sea objeto de críticas, pues, supuestamente, sus buenas acciones esconden oportunidades de lucro personal). Y para el mecenazgo: es fundador del Museo Soumaya, nombrado en honor de su esposa -fallecida en 1999- y madre de sus seis hijos.
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