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Aznar levanta el dedo

AZNAR ha levantado el dedo corazón a unos mozalbetes que lo increpaban en la universidad de Oviedo con el repertorio consabido del ritual pancartero: fascista, criminal de guerra, etcétera. Este gesto impúdico de levantar el dedo corazón lo usaban mucho los romanos, que también eran unos fascistas, según nos enseñó cierta prócera socialista natural de Cabra (a quien, sin embargo, podemos llamar egabrense gracias a los romanos). Marcial, en un epigrama dedicado a un tal Sextilio, sodomita pasivo, escribe con su habitual desenvoltura: «Ríete mucho, Sextilio, del que te ha llamado marica/ y levanta el dedo de en medio./ Pero tú, Sextilio, no das por el culo ni eres follador/ ni te agrada la boca caliente de Vetustina./ Nada de eso eres, Sextilio, lo reconozco. ¿Qué eres, pues?/ No lo sé, pero tú sabes que quedan dos cosas».

En la España de ZP, las «dos cosas» que últimamente se han propuesto a los mozalbetes son de lo más superferolítico. La Trini les ha propuesto cibersexo, «que, además de una forma de ocio, contribuye a fomentar la fantasía». Y la Bibiana les ha propuesto un «mapa de excitación del clítoris», cuestión primordial a la que destina 26.000 euretes del ala que previamente nos ha quitado del bolsillo. Y así, cuando ya no nos quede dinero en el bolsillo, podremos al menos entretenernos excitándonos el clítoris. Para quienes repudian tales cartografías iba dirigido el gesto de Aznar, que en un país donde la desvergüenza se ha vuelto pedagogía tendría que provocar, en buena lógica, el aplauso de la Trini y la Bibiana; pues si de lo que se trata es de «satisfacer los deseos sexuales sin riesgo de embarazo», como constantemente predican ambas, el acto que evocaba el gesto de Aznar es, desde luego, infalible. Pero mandándolos a tomar por retambufa Aznar recordó a los mozalbetes que lo increpaban el triste destino que les han asignado en el Mátrix progre, que no es otro sino el de animalillos rijosos que se restriegan entre sí, bajo la mirada consentidora y satisfecha de papá Estado. A estos mozalbetes, como al Sextilio de Marcial, sólo les quedan dos cosas en la vida: una es hacer el amor y no la guerra; y la otra es increpar a Aznar, a quien por cierto deben que ya no se les enseñe cómo se hace la guerra, pues fue quien abolió el servicio militar.

Los mozalbetes que han increpado a Aznar tendrían doce, trece, a lo sumo catorce años cuando ocurrieron los episodios que provocan sus iras retardadas; una edad en la que sospecho que andaban más preocupados de explotarse granos ante el espejo que de lo que ocurriera en Irak. ¿Y cómo se explica que unos mozalbetes que andaban por entonces explotándose granos ante el espejo hayan desarrollado tal grado de indignación retrospectiva hacia Aznar? Pues se explica porque tales chavales, desde la adolescencia, han sido concienzudamente fumigados por el napalm arrasador de la propaganda, que a la vez que destruye las conexiones neuronales enardece ese amasijo de pulsiones irracionales que denominamos «emociones»; y con las «emociones» de los mozalbetes, mediante el principio de reacción inducida que nos enseñase Paulov, el Mátrix progre hace dos cosas: traducirlas en estímulo sexual, si son emociones afectivas; y desaguarlas contra quienes, como Aznar, encarnan el tipo antiprogresista, si son emociones airadas. Así, como el perro de Paulov segregaba salivilla cada vez que escuchaba la campana que le anunciaba la comida, los mozalbetes del Mátrix progre segregan flujos para restregarse entre sí e insultos contra Aznar. Y, a la vez, no dirigen su resentimiento contra los artífices de la miseria que les aguarda a la salida de la Universidad; miseria que podrán distraer con el cibersexo de la Trini y el mapa de excitación del clítoris de la Bibiana. Y, en fin, también con el acto que evocaba el dedo levantado de Aznar. Va a ser una miseria la mar de entretenida.

www.juanmanueldeprada.com

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