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La política del miedo

A pesar de que la administración Obama heredó una economía en profunda recesión y un sistema financiero hundido, e incluso reconociendo que el partido republicano y el presidente Bush abandonaron la Casa Blanca con los menores índices de aceptación pública que se recuerdan, la oposición republicana no ha dado al nuevo equipo ni un minuto de tregua. La derecha norteamericana ha tenido mucho éxito desarrollando un plan de choque contra Obama y su Gobierno, una estrategia que en esta orilla del Atlántico se conoce como «the politics of fear» -la política del miedo-. Una estrategia que ha conseguido que muchos ciudadanos estadounidenses se crean la falacia de que un sistema sanitario universal es algo que va contra sus intereses, porque es un invento de una clase política que no sabe servir a la gente. Obama lo ha dicho el jueves pasado, una oposición leal refuerza la democracia y hace que las cosas salgan adelante, aunque no cree que vaya a encontrarse con una actitud así en los próximos meses. Obama ha denunciado que la oposición conservadora se aprovecha de las frustraciones de la gente para debilitar las políticas que deben sacar a los EE.UU. de la crisis, manipulando hasta la náusea la defensa de principios tan transparentes como que nadie deba arruinarse para pagarse un tratamiento médico en el país más rico del mundo.

La política del miedo de los conservadores, de la derecha, es la de la falta absoluta de cooperación, el obstruccionismo permanente y el intento continuo de transmitir la imagen de que el gobierno demócrata es incapaz de gestionar esta crisis. Una crisis, por otra parte, que provocaron ellos, sus principios y sus políticas, y para cuya solución sólo son capaces de invocar las mismas políticas que condujeron a ella. Unas recetas que dispararon el déficit social en los EE.UU., con unos salarios reales que no crecieron en décadas y una demanda interna basada en el crédito al consumo respaldado por unas viviendas hipotecadas cuyo valor no dejaba de aumentar, en la espiral de la burbuja inmobiliaria alimentada por la desregulación y el debilitamiento del Estado alentado por los gurús neocons. El resto ya es historia. El último libro del nobel Stiglitz, «free fall» -ayer compré dos ejemplares, traigo uno para mi amigo Lorenzo Bernaldo de Quirós-, recuerda que a pesar de la que está cayendo muchos de los elementos que provocaron la crisis no van a ser fáciles de corregir -instituciones, regulación- aunque el consenso de Washington esté básicamente muerto. Puede ser una oportunidad irrepetible, apunta Stiglitz, para reconstruir el sistema económico y financiero, para crear empleos estables y de calidad, para tantas cosas. Mientras, sin embargo, a los fundamentalista del mercado les da igual, de manera infatigable sobreviven a sus propias contradicciones mientras hacen mella en la aceptación social del Gobierno Obama, quizás demasiado transparente e incluso ingenuamente desprotegido ante un enemigo que ataca por donde menos se le espera. Es la política de miedo.

Y esta realidad política norteamericana, ¿no recuerda a la que vivimos en España? ¿No se está intentando utilizar el mismo camino para descabalgar al Gobierno socialista sin proponer nada a cambio? Existe un claro consenso acerca de las razones que nos han llevado a la situación actual, la crisis financiera global combinada con nuestra catástrofe inmobiliaria. El impulso fiscal ha evitado la destrucción de medio millón de empleos que sumados a los ya perdidos habrían hecho la situación insostenible. Su mantenimiento mientras sea necesario, la determinación de una estrategia de salida y cumplimiento del Pacto de Estabilidad y la construcción de un nuevo modelo de crecimiento son el camino. No hay alternativa, y a pesar de ello la derecha española ha optado por el miedo.

Nuestra economía necesita recuperar la confianza de los agentes económicos, nacionales e internacionales. Por ello el Gobierno ha mostrado su disposición para acometer reformas -como la de las pensiones o pronto la del mercado de trabajo-, y trasmitir tranquilidad a unos mercados excitados por cierta prensa que busca el hundimiento del euro -es así aunque se niegue- para mantener nuestros diferenciales de tipos en márgenes razonables y asentar las bases de la recuperación. Pero como en los EE.UU., la estrategia de la derecha ha sido la contraria, culpabilizar de nuevo al Gobierno de una crisis que no provocó y hacerlo responsable del supuestamente inminente colapso del sistema de protección social, a pesar de haber reforzado nuestro sistema de pensiones como nunca nadie lo hizo antes. Es la política del miedo, pánico en los jubilados, inseguridad en los «baby boomers». No podemos caer en la trampa que la derecha española quiere tender a imagen y semejanza de la americana. Allí han intentado convencer a la sociedad que la salud es contraria a sus propios intereses, aquí lo sería el blindaje de nuestro sistema de protección social. Debemos ir acostumbrándonos a la oposición que nos espera, insensible a su capacidad para sembrar miedo y frustración entre la gente, debilitar la confianza en nuestra economía y en nuestro país y retrasar la recuperación. El Gobierno tiene que adaptar sus actuaciones a este escenario, porque de lo contrario sus propuestas no saldrán adelante y se debilitará peligrosamente.

jUAN MOSCOSO DEL PRADO

Diputado a Cortes por Navarra (PSOE) y Doctor en CC. Económicas

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