«Haikus clásicos. La mejor poesía japonesa»
Edición e introducción de Tom Lowenstein. Poesía. Editorial Blume (Barcelona, 2009). 176 páginas. 14, 90 euros

«Año nuevo. Sin embargo, mi cabaña ruinosa sigue siendo la misma». Con estas palabras comenzaba el año 2010, entre la desquiciante algarabía de la calle a medianoche y el delicioso ronroneo de los tres versos sacados de una antología del haiku ajena al dictado comercial del momento . Es la esencia que transmite esta centenaria práctica de poesía japonesa: sencillez e intensidad, nada en apariencia y todo en el fondo de la forma. Los bellos presagios que todos albergamos en nuestros diezmados corazones de cara al principio del año, desaparecen al darnos de bruces contra la ruinosa realidad. Todo permanece, nada cambia y por ello el haiku se conserva inalterable en la memoria de la literatura universal como una de las más bellas formas de hacer poesía... casi sin pretenderlo. Con esta intención, la de inspirar más que obligar, despertar curiosidad más que dictar sentencia, la editorial Blume ha puesto sobre las estanterías de nuestras librerías de más sincera confianza «Haikus clásicos. La mejor poesía japonesa» . Gracias a la cuidada edición, que cuenta con maravillosas ilustraciones de John Cleare (reputado fotógrafo especializado en montañas y pasiajes), de Tom Lowenstein el lector va descubriendo la historia del haiku contada en primera persona por sus principales protagonistas: Basho, Buson, Issa y Shiki, los cuatro poetas japoneses más importantes de los siglos XVII, XVIII y XIX. Las cuatro estaciones van dejando caer las hojas del calendario a modo de interludio poético que refleja la conexión del haiku con la naturaleza, el reflejo de su pulsión estacional, el alma desnuda de sus autores ante la inexorable voluntad natural. Casi docientos poemas que trasladan al lector a un universo de sencillez y atemporalidad, donde los instantes de la vida cotidiana, aparentemente intrascendentes, marcan el destino de la humanidad como si de una película de Hirokazu Koreeda se tratase. Una vez más nada en apariencia, todo en realidad.
Rayos de luz poéticos
«Agotado de este viaje. Mis sueños deambulan dispersos por los campos desolados», expresa
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