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Política esquizofrénica

ESO de exigir a los ayuntamientos empadronar a los inmigrantes ilegales y, al mismo tiempo, ordenar al Ministerio del Interior devolverlos a sus países de origen resume una política gubernamental que vamos a llamar extravagante, por no llamarla sencillamente tramposa. Como enviar navíos de la Armada a defender nuestros pesqueros, y prohibirles que disparen contra los piratas. O liderar la recuperación europea siendo los últimos que vamos a recuperarnos. O lanzar planes de investigación, y recortar el presupuesto de investigación. O despachar un buque-hospital a Haití, faltando camas en nuestros hospitales. O tantas otras incongruencias, contradicciones e incompatibilidades de un gobierno cuya única política es, por un lado, presumir y por el otro, mentir. Claro que, si no miente, ¿cómo va a presumir? Ahí tienen a la vicepresidenta acusando al PP de «oportunista» y «malintencionado». ¿Hay alguien más oportunista y malintencionado que quien sigue negociando con ETA tras haber cometido ésta dos asesinatos, por citar sólo un ejemplo de la doblez y estulticia de un gobierno que, a estas alturas, lo único que hace es tratar de resolver los problemas que él mismo ha creado?

El mayor oportunista en España hoy es José Luis Rodríguez Zapatero, que igual aprueba las leyes más permisivas de aborto para presumir de progresista y acude al Desayuno de la Oración para estrechar la mano de Obama. Que lo mismo monta un cordón sanitario en torno al PP para excluirle de la escena política española, que reclama su ayuda cuando se encuentra entre la espada y la pared. Que duda de la existencia de la nación española en Cataluña, y se envuelve en la bandera española en Madrid. Que presume de «política social», cuando su única política social consiste en dar subsidio de desempleo a los que antes ha enviado al paro.

He calificado esa política de «esquizofrénica», y me arrepiento. La esquizofrenia, a fin de cuentas, es una enfermedad, y las enfermedades, por lo que tienen de involuntarias, requieren comprensión y compasión. Pero la política de nuestro presidente es voluntaria, buscada, planeada incluso. Su cara amable es sólo la tapadera de la otra cara mendaz y sin escrúpulos, que viene practicando en España desde hace cinco años ahora intenta exportar a Europa con la misma desfachatez. Menos mal que los europeos están curados de este tipo de gobernantes nigromantes, y ya le han dicho que mucho cuidadito con los cuentos. ¿Tiene cura? Difícilmente. Va con el carácter, y el carácter, por mucho que se intente cambiar o enmascarar, permanece, marcando nuestra conducta, queramos o no.

Pocas veces habrán ido más del brazo la incompetencia política y la maña para venderla. ¡Dios mío, qué hemos hecho para merecer esto!

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