Magia para tocar la dignidad
Ve uno determinados carteles y no hay más remedio que echarse a temblar. Si encima es uno de esos en los que se ve al clásico cachas metido en «tutús» ridículos, es para no salir de casa. Pasa mucho esto de llevar a los grandotes (Schwarzenegger, Diesel o Stallone) a situaciones supuestamente cómicas para, uno, hacer pensar que no están encasillados; y dos, ir al reclamo del populacho.
Generalmente, salen unos horrores de pesadilla que hacen tanto daño a los que lo ven como a los que los crean. Esta vez le ha tocado a «The Rock», que parecía llevar el mismo camino, pero ha conseguido salir más o menos airoso por la originalidad del argumento y la ternura de cómo es tratado. No es para que pongan premio dorado en el baño, pero tampoco para vomitar. Raspa la dignidad que, para los tiempos que corren, es mucho.
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