Suscribete a
ABC Premium

Fina de Calderón

TENÍA sus ramalazos de afrancesada hasta el tuétano y sus ráfagas de castiza impenitente, tenía sus achaques de viejita que oculta coquetamente su edad y sus exultaciones de muchacha apenas núbil; y siempre, siempre, siempre era una criatura de una generosidad desbordante, codiciosa de exprimir las delicias del arte y de la vida y de regalarlas jubilosamente al primero que se tropezara en su camino. Así era Fina de Calderón, la mujer más espléndida, sensible, simpática y ávida de belleza que jamás me haya tropezado; y también la más dotada y derrochona de talentos. Se nos ha muerto como un pajarillo, nonagenaria y recién nacida, y todos los que la conocíamos y amábamos (porque conocerla exigía amarla, con prontitud casi instantánea) estamos también un poco muertos, como desalados del ángel que nos sostenía con su vuelo. Pero yo sé que a estas horas Fina ya habrá organizado un salón literario en el cielo, donde siempre es miércoles de la poesía; y, asumida definitivamente su naturaleza angélica, seguirá siendo madrina desvelada de poetas, como lo fue en vida, sólo que ahora con movilidad plena para remejer y piruetear, como corresponde a los espíritus puros.

Siendo todavía niña se quedó cojita, pero ni las muletas ni el bastón ni la silla de ruedas lograron arrancarle las alas de luz que adelgazaban sus tobillos. En los sanatorios que recorrió durante la infancia, convaleciente de escayolas y crepúsculos, nació su temple de junco que nunca se quiebra del todo, de búcaro que recompone su belleza sobre sus propios añicos; y también su apetito de vida y su vocación artística, esos dos fuegos que nunca declinaron mientras estuvo entre nosotros. Fina de Calderón fundía en su mirada -vivaz, pizpireta, con algo de musa gitana y algo de condesa descalza- el perfume del mundo de Guermantes con la desenvoltura de la chica que aprovecha la ausencia de sus padres para pegarse un lingotazo de versos; y de esta aleación aristocrática y campechana que sólo las grandes damas pueden permitirse brotaba su temperamento libre, liberal, hospitalario, benéfico como un pan candeal recién salido del horno. Fina de Calderón encarnaba la supervivencia -cada vez más hostigada- de una «tercera España» dispuesta a la reconciliación y refractaria a los sectarismos; enjuiciaba a las personas por sus méritos, no por su adscripción ideológica; sabía que existen convenciones y conformismos que merecen ser pisoteados y tradiciones que merecen conservarse; y, en general, hacía de la generosidad el fiel de su balanza, que inevitablemente tenía los dos platillos colmados de sorpresas jubilosas. Era única como un armiño; era impar como la luna; era cosmopolita y jacarandosa, refinadísima y como salida de una verbena popular en la que se hubiese emborrachado de metáforas. Pero, como conviene a una señora, la borrachera nunca le dejaba resaca.

Alguna vez me recibió en su piso de Martínez Campos, que tenía algo de museo abigarrado y algo de laberinto de fantasmas, donde vivía con su asistenta Apolonia, Polo para los amigos, una mujer que se ha consumido cuidándola, con lealtad abnegada e insomne. Fina tenía una conversación copiosa, fluvial como una melodía sin metrónomo, por la que deambulaban los recuerdos de una vida entera, hormigueante de pasajes luminosos, de remansos elegíacos, de íntimas tragedias. Fina gustaba de evocar a los mil y un personajes geniales que habían cruzado, como luminarias de asombro, sus ajetreados días; y sobre cada uno de ellos contaba una anécdota desternillante o melancólica. También gustaba de hablar de poesía y de música, sus dos vocaciones irrenunciables, con una pasión trémula que quedaba vibrando en el aire, como un ascua encendida. Ahora cierro los ojos y veo relumbrar esa ascua en la oscuridad, indemne a la muerte. Descansa en paz, amiga querida.

www.juanmanueldeprada.com

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación