El Nobel de la Paz hace una encendida defensa de la «guerra justa»

11/12/2009 a las 18:47h.

«Si vis pacem, para bellum». Sin mencionar expresamente este adagio latino dudosamente atribuido al emperador romano Julio César -«Si quieres la paz, prepara la guerra»- pero refiriéndose a que «los instrumentos de la guerra tienen un papel que jugar para mantener la paz», el presidente de EE.UU., Barack Obama, hizo ayer una encendida defensa del concepto de «guerra justa» durante su discurso como Premio Nobel de la Paz 2009 en el Salón de Actos del «Borghuset» o ayuntamiento de Oslo.

Tras la palabras de bienvenida del presidente del Comité Nobel, Thorbjørn Jagland -quien tuvo la tarea de hacer la también otra encendida defensa de que el galardón haya recaído este año en un presidente de EE.UU. con dos guerras abiertas (Afganistán e Irak)-, Obama esbozó en su discurso de 35 minutos lo que a su parecer es «una guerra justa»: «Sólo bajo ciertas condiciones previas: Si es utilizada como último recurso o en defensa propia; si las fuerzas utilizadas son proporcionales; y si, siempre que sea posible, los civiles son excluidos de la violencia».

En presencia de los Reyes de Noruega, Harald V y Sonia, y con un discurso profundo donde repasó la historia bélica de EE.UU., Obama se presentó como «el comandante en jefe de una nación que libra dos guerras. Una que decrece. La otra, un conflicto que EE.UU. no buscó y en el que estamos junto a otras 43 naciones -incluida Noruega- en un esfuerzo de defendernos de más ataques», en referencia a Irak y Afganistán respectivamente.

Mención a Juan Pablo II

«Con humildad» -o más bien pragmatismo- Obama reconoció que no merecía tal honor «ya que sus logros son escasos comparados con los de otros galardonados». Comentó con humor que era consciente de que su presencia era controvertida, hecho que no esquivó al defender ante el auditorio su decisión de enviar otros 30.000 soldados a la guerra de Afganistán: «Por mucho que se quiera la paz, nuestra creencia de que es necesaria no es suficiente para lograrla [...] Ni el comandante en jefe de una nación puede vivir bajo la política de no violencia de Gandhi, ni las negociaciones pueden conseguir que Al Qaida deje las armas».

Tuvo palabras de elogio para Martin Luther King, Mandela, Marshall, el presidente John F. Kennedy -«consigamos su ideal»-, Ronald Reagan y «su abrazo de la Perestroika», entre otros, históricos líderes Nobel de la Paz o merecedores del mismo sin haberlo sido. En año de aniversario de la caída del Comunismo, Obama no se olvidó del Papa Juan Pablo II: «Su compromiso con Polonia no sólo creó un espacio de libertad para la Iglesia Católica, sino también para un líder sindical como Lech Walesa» (Premio Nobel de la Paz 1983).

Pegado más a la actualidad de EE.UU., el Premio Nobel de la Paz subrayó que «ninguna nación puede actuar sola» y recordó «el compromiso de la UE con la seguridad global». Defendió la política de diálogo con regímenes hostiles como Irán, Corea del Norte o Birmania: «La promoción de los derechos humanos debe combinarse con diplomacia. Ningún régimen represivo cambiará si no se le abre una puerta», añadió a su particular manual de relaciones internacionales.

No obstante, lanzó una advertencia: «Los países o regímenes que violen las reglas, rendirán cuentas». También enfatizó su compromiso «para lograr un mundo libre de armas nucleares y la buena voluntad de Rusia y de su presidente Dmitri Medvédev para conseguir un acuerdo antes de fin de año, como marco a nuevas reducciones del armamento nuclear».

«Una llamada a la acción», eso es lo que pretendía el Comité Nobel cuando concedió a Obama el galardón de este año. Más que acción, su presidente teorizó sobre la guerra... cuyo fin debiera ser la paz. ¿Es el país presidente de EE.UU. el más indicado para el galardón? «América nunca luchó en una guerra contra una democracia», Barack Obama dixit.