Hoy, Día de la Constitución, recordamos su referéndum. Fue un 6 de diciembre de 1978, con una alta participación en Córdoba, 74,97 por ciento, que deparó un abrumador voto afirmativo del 90,96. Era el momento cumbre de la Transición política en España, la aprobación de la norma reguladora de la convivencia, nacida del consenso y del deseo de enterrar enfrentamientos fratricidas. Y en ese paisaje de la Transición, el personaje cordobés que más alto puesto alcanzó fue Cecilio Valverde Mazuelas.

Nació en Córdoba en 1927, estudió en La Salle y sacó la carrera de Derecho en Madrid. Desde 1948 trabajó como abogado en nuestra ciudad, primero en el bufete de su padre y luego en el propio. Como puesto de mayor representatividad en ese tiempo ocupó la secretaría del Colegio de Abogados, militando en cambio, con emoción y entrega, en el movimiento de Cursillos de Cristiandad, implantado en Córdoba desde 1954 y que lograría gran éxito entre el mundo de los laicos al poco tiempo.

De 1958 a 1975, Cecilio Valverde vive intensamente ese apostolado que le lleva a dirigir un equipo que en 1961 viaja a Colombia para implantar el perfeccionamiento en el desarrollo de la vida espiritual. Como hombre muy expresivo y de espontánea simpatía, esa propagación de la mejora en la conducta cristiana la transmite con eficacia y cala en amplios círculos de su ambiente profesional y otros aledaños. Y sería también ese talante abierto el que le abriría con facilidad el camino de la política.

En octubre de 1975 visitaba Córdoba Adolfo Suárez para presentar su proyecto de partido Unión del Pueblo Español, invitado por el alcalde Alarcón y el rector de la Universidad, Francisco Castejón. El encuentro tuvo lugar en el Parador y en él se estableció una rápida sintonía entre aquél y Cecilio Valverde. Suárez declaró entonces a la prensa: «El Estatuto del asociacionismo ofrece un camino, un cauce y recuerdo que se hace camino al andar (…) hay que ensayar lo que se tiene y en la medida que caminemos iremos ensanchando ese cauce entre todos».

Valverde enganchará su nueva vocación a una idea del catedrático Manuel Clavero Arévalo, que ha creado una pequeña formación regionalista con inquietudes innovadoras hacia el nuevo panorama de convivencia que se presenta ante los españoles: el Partido Social Liberal Andaluz, uno de tantos en la sopa de letras que invadió la España predemocrática de 1976. El presidente Suárez integra, un mes antes de los comicios y por el prestigio de sus personas, a esta formación liberal en su UCD.

En esas elecciones de junio de 1977, UCD quedó en Córdoba a cuatro mil votos del PSOE, y en las de 1979 ganó en la capital, solo separándole doscientos noventa y dos votos de los socialistas en la provincia. Ambos comicios otorgaron a los centristas tres diputados, Javier Rodríguez Alcaide, Carmelo Casaño y Antonio José Delgado de Jesús, y un senador, Cecilio Valverde. Éste se convertiría en el hombre fuerte de UCD en Córdoba y miembro de su Consejo Político nacional. Aquellos parlamentarios lograron que el Gobierno pusiera la guinda al proyecto de nueva estación con la autorización a Renfe para subastar los terrenos, proyecto boicoteado luego por la Alcaldía de Julio Anguita (PCE).

En la Alta Cámara, Valverde trabaja en la primera legislatura como jurista en diversas comisiones, actuando como portavoz de UCD en algunas de ellas. En la segunda, en marzo de 1979 es votado presidente del Senado, que en las preeminencias del Estado ocupa el cuarto lugar, contando al Rey. Valverde luchó por vitalizarlo como foro autonómico y ejerció el cargo con maneras conciliadoras. Permaneció en él hasta la victoria socialista de octubre de 1982, cuando se retiró completamente de la política. Olvidó la pompa del cargo para cultivar su vida profesional y la atención a su familia de nueve hijos. Falleció en Madrid el 11 de junio de 2001.