El Teorema Boniface
HACE sólo ocho años, aunque cueste creerlo, el socialismo en Francia estaba en el machito y no criando larvas en el pudridero. Jospin, ese «monsieur» tan melancólico que parecía, a veces, estar esculpido en niebla, bisbiseaba el remoquete de la izquierda plural, el sonambulismo angélico y la tolerancia amnésica. Pero el mejor escribano echa un borrón y al bienaventurado Lionel se le fue el santo al cielo en plena «tournée» por el Oriente Medio. ¡Pues no llegó a decir que Hezbollah era un atajo de asesinos y no un grupo de héroes como venía en el libreto! Los inquisidores de la corrección política se quedaron pasmados por tamaña blasfemia y los perros de prensa gruñeron de lo lindo ante la fealdad del gesto. ¿Quién acudió al rescate de su jefe de filas con la velocidad de Aquiles, el de los pies ligeros, y la astucia de Ulises, el señor de las tretas? Pascal, nada menos. O sea, Boniface: Pascal Boniface por más señas. Un hombre que fundó el IRIS (Institut de Relacions Internacionales et Stratégiques) con una clarividencia excepcional y una visión del momio sorprendente. Ahí sigue, por cierto. No ya arreglando el mundo -que, al parecer, no tiene arreglo-, sino ordeñando a todo el mundo que se deje.
Durante el mes de abril de 2001 -la fecha exacta aún es un misterio-, Pascal Boniface hizo llegar a algunos dirigentes del partido un informe de cariz confidencial que, como de costumbre, acabaría por caer en manos del pregonero. En cualquier caso, las conclusiones formuladas en el documento afectan a la sociedad en su conjunto y sobrepasan los esquematismos y los credos. De lo contrario, no podría entenderse que Bruckner, un pensador que acampa en el extremo opuesto, reconozca que el Teorema Boniface es un hallazgo que concierne a todos los politólogos que respeten la ciencia. «De ahora en adelante, las excusas huelgan», afirma en un pasaje de «La tyrannie de la pénitence», el impecable ensayo que dedica a los delirios masoquistas de Occidente. «El clientelismo -añade acto seguido, sentencioso y solemne- no volverá a escurrir el bulto por muy escurridizos que sean los gobiernos. El «théor_me Boniface» ha radiografiado la vileza».
¿Y en que consiste el puñetero teorema?, exclamará el lector cuya misericordia es infinita, mas no así su paciencia. Pascal Boniface sostiene que la moral es un engorro si no se subordina a la imperiosa voluntad de las sumas y las restas. A la hora de cazar votos al vuelo las papeletas musulmanas se cotizan igual que las judías. «Rien ne va plus»: quinientos mil sufragios por un lado y cinco millones largos en la acera de enfrente. ¡Palestinos a mi! ¡Expiemos la culpa abrumadora redimiendo al proletariado del milenio! El Teorema Boniface es de una sencillez que aterra. Jospin, ese «monsieur» tan triste, se papeó el anzuelo, la caña y el carrete. El sapo se lo servirían en bandeja al cabo de pocos meses y tragarse a Le Pen le desgarró por dentro.
Los suizos no toleran que los intolerantes medren y en España se impone la intolerancia acre de los analfabetos. Clientelismo, miseria, teoremas...
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete