Teléfono colorao con lunares

J. CORTIJO
Resulta casi obligatorio que un país como el nuestro, con un presidente clavadito a Mister Bean, aprecie en su justa medida una comedia política etiqueta negra como «In the loop». El director Armando Iannucci,maestro en la improvisación a pata quebrada y que a pesar de su siciliano apellido es oriundo de la no muy cómica Escocia, hace honor a su nombre y arma una farsa graguiñolesca con look desastrado estilo «The office» y con ADN de teatro de improvisación (aunque con los tenglones bien derechos).
La trama bilateral USA-UK centrada en un gabinete de crisis con más tensión que un tendido eléctrico es casi un macguffin para que orbiten a su vera unos cuantos terrones de azucar envenenada con sabor universal: el influjo caníbal de la televisión, los tentáculos moqueantes del poder, la quimérica inteligencia militar, la política como una burocracia con calcetines sucios y granujas de medio pelo con encías sangrantes... Y nada de excéntricos teléfonos rojos y de histrionismos a la enésima potencia sino más bien aparatos blancos a lo comedia de enredo cincuentera: todo tiene una apariencia pavorosamente real, incluso en escenas como la de James Gandolfini y el juguete parlachín, de lo más tronchante del año, o del lustro.
Ahí radican los muchos quilates de este apabullante callejón del gato con jefes de gobierno sonrientes buscando silla en el gallinero trasero de algún G8, o G20. ¿Les suena de algo?
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