Novio, canguro y asesino

Tristeza, conmoción y rabia son las tres palabras que mejor resumen el sentir de la sociedad tinerfeña. El pequeño cuerpo de la niña de tres años que sufrió una brutal agresión en Costa del Silencio, presuntamente, por la pareja sentimental de su madre, no logró sobrevivir a las quemaduras y lesiones. En la noche del jueves fallecía por una parada cardiorrespiratoria a causa de «fallos múltiples» en su organismo, tal y como confirmaron a ABC fuentes de la Guardia Civil.
Horas después, Diego P. V., de 24 años, presunto autor de la muerte y novio de su madre, entraba en las dependencias de los juzgados de Arona con rostro impasible. En su primera declaración había reconocido golpear a la niña, pero negado los abusos sexuales, lo que también confirman los informes médicos que ayer obraban en poder de la Benemérita y cuyo contenido pudo conocer este diario. En ellos, los médicos hablan de «lesiones muy importantes» y descartan daños genitales.
Sin embargo, según fuentes judiciales, una vez ante el magistrado también negó haberle pegado o causarle ninguna lesión, argumentó que apoyó la madre de la niña. El juez de instrucción ha prorrogado la detención del sospechoso mientras se practican nuevas diligencias.
La menor había ingresado el miércoles en el Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria, tras ser atendida por los facultativos del Centro de Salud de El Mojón, adonde fue llevada por el presunto agresor, que la cuidaba mientras la madre trabajaba. La niña llegó al centro en parada cardiorrespiratoria. Su cuidador, acusado de homicidio, dijo a los médicos que había estado «toda la tarde vomitando». Tras recuperarse del primer fallo cardiorrespiratorio, y antes de ser trasladada al Hospital Universitario, la niña aún habría de sufrir una nueva parada. El parte que emitió el centro de salud del sur de Tenerife resulta sobrecogedor: hematomas, magulladuras, múltiples quemaduras en la espalda y desgarros vaginal y anal. Sin embargo, los citados posteriores informes médico forenses descartaron las lesiones genitales apreciadas antes.
Malos tratos continuados
En cualquier caso, fuentes cercanas a la investigación revelaron ayer a este diario que los forenses dictaminan ahora la «data de las lesiones», con el fin de conocer si la pequeña estaba siendo objeto de malos tratos continuados, un extremo que, tal y como avanzó la Guardia Civil, parece desprenderse de los primeros informes médicos.
Para la madre y pareja del agresor, de cualquier modo, los hematomas y magulladuras en el cuerpo de la niña se debían «a una caída que sufrió en el parque días atrás», según desvelaron desde el Instituto Armado.
Aunque el presunto asesino y la madre de la menor apenas llevaban unos meses residiendo en Costa del Silencio, al sur de la isla, adonde habían llegado desde Parla, en Madrid, los vecinos de la zona ayer no salían de su asombro. Ni ellos, ni la Policía Local recibieron nunca alerta alguna sobre posibles malos tratos a la menor. Fuentes del Consistorio confirmaron ayer mismo que, al contrario que en otros casos, no se manejaba indicio alguno que permitiese siquiera sospechar tan trágico final. Poco se conocía de la vida de la pareja.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete