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Cosas que de verdad importan

LA ministra de Sanidad y Política Social, Trinidad Jiménez, está de moda estos días impulsando la campaña de vacunación contra la gripe A, ese virus terrorífico que ha causado el terror en todo el mundo por sus efectos letales. Dicen que su gestión ha sido considerada como un modelo de cohesión política y yo creo que no está bien exagerar. Lo cierto es que la ministra se ha aplicado en ello y como no le ha salido mal, le ha entrado una especie de obsesión por legislar.

Hace unos meses, protagonizaba comparecencias parlamentarias junto a otras ministras, en las que defendía el aborto como un derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo, una medida de progreso social, incluso si es a la tierna edad de 16 años y sin consentimiento de los padres. A parecer de la ministra, la medida no produce efectos perniciosos, ni para la madre, ni para el no nacido, y lo de menos es si se produce una profunda fractura social. Nada le importan las consecuencias éticas, por la falta de moral, ni las jurídicas al despenalizar un delito y legitimar con ello el hecho delictivo, o las familiares, al desposeer a los padres de los derechos que les asisten sobre sus hijos.

Lo que de verdad importa a la ministra es esa terrible costumbre de fumar. Por eso se ha propuesto acabar con ese temerario hábito, en otro tiempo publicitado hasta la saciedad, en bares y restaurantes, a quienes nadie va a devolver el dinero de las reformas que acometieron en su día para adaptarse a la ley actual y que sumarán a las pérdidas por la crisis, la pérdida de clientes.

Otra cosa que importa a la ministra es acabar con el fracaso escolar y para ello ha decidido sumar a las horas de matemáticas las horas de educación sexual. Al parecer, no bastan las clases de naturales, o las películas que se exhiben a diario, los excesos de las series televisivas, o los debates públicos sin ningún pudor. A partir de ahora, cualquier pequeño de once años tendrá en su currículo las preceptivas horas de educación sexual para remontar con ello a los primeros puestos del ranking educativo mundial.

Por si alguno tiene fallos, y aún con las clases necesita mejorar, al salir del recreo podrá comprar la píldora post-coital. Pero que tengan en cuenta, que si salen a merendar, prohibidas las chuches, los bollos y las hamburguesas, que engordan y eso sí que es perjudicial.

Mientras la ministra, siguiendo la estela de su éxito, se obsesiona por legislar, las cosas que de verdad importan seguirán esperando el impulso de su buen hacer.

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