Safo a remojo

A Jesús Garay («No se puede tener todo», premonitorio título) le perdimos casi la pista en el siglo pasado, durante la época en la que Puigcorbé estrenaba cinco películas al semestre. Ahora, regresa con un dramón que se confiesa deudor del «Demian» de Hesse, arrea. Adolescencia torturada y traumática «habemus», pues. Aunque Garay prefiere enfilar la tangente centrándose en el amor dificilillo entre dos muchachas, una tímida y otra echada «p'alante». El resultado es un castillo de cartón más, donde no faltan las sentencias huecas de camareras de bareto, aunque sus bellas escenas submarinas hacen llevadero cualquier trago espeso. Muy a seguir Diana Gómez, al menos.
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