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«El miedo es el mejor remedio contra la estupidez, te impide hacer locuras»

«Es cierto que he recibido varios, pero este es el premio gordo», asegura Gervasio Sánchez, Premio Nacional de Fotografía, que valora como un tesoro el hecho de que el galardón, «después de muchos años, haya recaído por primera vez en un género tan poco reconocido como el fotoperiodismo».

¿Y se valora dentro de las redacciones? «Rotundamente no», responde Sánchez, colaborador del «Heraldo de Aragón», entre otros medios, y un francotirador del oficio que ya poseía el Premio Internacional Rey de España, el Córdoba, el Cirilo Rodríguez, el Ortega y Gasset, el Javier Bueno que otorga la Asociación de la Prensa de Madrid y el LiberPress. El Nacional de Fotografía, que concede cada año el Ministerio de Cultura, está dotado con 30.000 euros.

Los problemas de los fotógrafos de prensa, explica, empiezan en las propias redacciones». «A menudo parece como si se limitaran a hacerles un hueco, cuando hay historias que se leen gracias a la foto. Hay profesionales muy buenos aplastados por maquinarias de incomprensión. Sus obras son masacradas, reducidas o cortadas de cualquier manera. Y que conste que yo también escribo».

Denuncia de la violencia

Gervasio Sánchez, reconocido por el jurado «por su compromiso continuado con la fotografía como herramienta de denuncia de la violencia en los conflictos armados, por su continuada labor a favor de la justicia y especialmente por su trabajo sobre las minas antipersona», dedica el galardón a los compañeros caídos en el ejercicio de la profesión, «a gente que si estuviera viva habría competido conmigo por el premio».

Pero lejos de intentar ahuyentar los temores cuando trabaja en una zona del planeta en guerra (las ha pisado todas), Gervasio asegura que «el miedo es el mejor remedio contra la estupidez». «Te permite evaluar riesgos en situaciones difíciles y te impide hacer locuras», añade. «Pasar por esas situaciones es a menudo la única manera de informar, pero no hay que meterse nunca en un callejón sin salida. La muerte no puede ser el precio. Puedes caer en una emboscada, como les ocurrió a muchos amigos míos, pero siempre hay que valorar la situación». Por otro lado, según este fotógrafo cordobés de cincuenta años de edad, la cámara no es ningún escudo: «Nunca me ha protegido de nada. Además, hay que saber reaccionar ante el dolor para transmitir con sinceridad».

Sin salir de España, a Gervasio Sánchez no le gusta hablar de una sola crisis: «Se han juntado dos, de identidad del periodismo, que es de la que nadie quiere hablar y que se produjo cuando los medios ganaban muchísimo dinero, y la económica, que ha puesto contra las cuerdas a muchos periodistas».

Su receta para mitigar ambas crisis es una sola: «El gran reportaje salvará el periodismo. La gente está harta de leer refritos. Tampoco es normal cómo pagan los medios: si en épocas de ganancias eran capaces de congelar las colaboraciones más de quince años... No creo que los redactores jefes, los subdirectores o los directores también ganen lo mismo». Tras unos segundos de reflexión, vuelve a la carga: «Nunca ha sido fácil este oficio. Recuerdo lo que me pagaban hace veinte años, porque guardo las facturas, y alguno se caería de culo si viera cómo se puede maltratar tanto. Sólo queda luchar, luchar y luchar».

¿Por qué un profesional de su categoría se ha mantenido independiente, como colaborador?: «He sido fiel a los que respetaban mi trabajo. Cuando no lo han hecho, me he buscado alternativas. En el «Heraldo de Aragón» llevo desde marzo de 1987. Siempre me han respetado y publicado historias que ningún otro medio se habría atrevido a sacar».

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