Una sonora ovación marca el funeral de Sabino Fernández Campo

«Luchó como un valiente y murió en plenitud a los 91 años, rodeado del cariño de los suyos». Con estas cariñosas palabras, María Teresa Álvarez resumió ayer los últimos días de su marido, Sabino Fernández Campo. Lo hizo durante una multitudinaria despedida en la tierra natal del ex jefe de la Casa del Rey, a la que asistieron centenares de familiares, autoridades y amigos.

Los restos mortales del conde de Latores, que falleció la medianoche del domingo, llegaron a la Catedral de San Salvador cerca de las cinco de la tarde. Allí le esperaban la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega; el presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, y el jefe de la Casa del Rey, Alberto Aza. Entre otros amigos, se encontraba la abuela de la Princesa de Asturias, Menchu Álvarez del Valle.

La Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo marcó el compás del paso de seis de sus nietos, que portaron el féretro entre sonoros aplausos hasta el altar del templo, repleto de coronas de flores, entre ellas las enviadas por los Reyes, la Infanta Doña Elena, el Gobierno y la Fundación Príncipe de Asturias. Durante la homilía, el obispo auxiliar, Raúl Berzosa, recordó que Fernández Campo se definió como un «hombre de dos pasiones: España y Asturias». «La ciudad de Oviedo se siente muy orgullosa de un hijo tan predilecto», añadió.

Tras el funeral, los restos mortales del general Fernández Campo fueron trasladados hasta el cementerio de El Salvador, en San Esteban de las Cruces. Posteriormente, la familia y las autoridades realizaron una emotiva ofrenda floral frente a la estatua del conde de Latores en el parque de San Francisco. «Sabino sería feliz con esta despedida. Nunca me voy a olvidar de él, lo querré siempre», dijo su viuda, que ayer cumplía años.

Esta tarde se oficiará en el Palacio de El Pardo otro funeral por el alma del conde de Latores al que asistirá la Familia Real al completo.