«En esta América Latina tan sui géneris, mi marido Pepe encaja»
«No puedo contestar si me arrepiento o si no lo volvería a hacer»,asegura sobre su pasado tupamaro. Su marido deberá enfrentarse al conservador Lacalle en segunda vuelta el 29 de noviembre

Es la candidata a senadora más votada, puede llegar a ser -aunque rechace la distinción- la primera dama y se ha convertido en la tercera en la línea de sucesión de la Presidencia en Uruguay como futura presidenta del Senado. También fue la guerrillera más combativa del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T) y estuvo trece años en la cárcel. La gente la conoce como Lucía, «mi apellido, Topolansky, es demasiado complicado». Tiene 65 años y cogió un fusil con poco más de 20.
La detuvieron dos veces, una se fugó de la cárcel, «por el alcantarillado, con otras 48 mujeres», recuerda. La otra, no lo logró. En ella pasó la mayor parte de su juventud «aunque me condenaron a 45 años cumplí trece. Mientras, Pepe estaba de rehén de la dictadura». Pepe es José Mujica, el hombre con más probabilidades de ser el próximo presidente de Uruguay y al que ella, por su cargo en el Senado, le tomaría juramento en la ceremonia de investidura si triunfa en la segunda vuelta como indican los sondeos. «Será la primera vez en la historia que suceda algo así».
El día que ella y su marido salieron libres, gracias a la amnistía de 1985, se fueron directos a «ordenar el avispero del partido porque cada cual estaba por su lado», insiste. El reencuentro de la pareja -se conocieron en 1967- tuvo más de actividad política que amorosa aunque «el día tiene 24 horas y siempre hay tiempo para todo pero cuando estás en la lucha por una causa, estás a lo que estás».
En Montevideo, en la sede del Movimiento de Participación Popular, partido del que es fundadora, Lucía Topolansky Saavedra hace memoria de aquellos años de plomo y fuego. «No puedo contestar si me arrepiento o si no lo volvería a hacer. Sería irreal imaginar una situación repetida. Nosotros fuimos el resultado de un contexto histórico, somos productos de ese momento. La mayoría teníamos 22 años pero la duda, en el acierto y en el error, siempre te acompaña».
«Fue una venganza»
Los guerrilleros tupamaros estaban desarticulados antes del golpe de Estado del 73. Entonces, los atentados, secuestros y atracos a bancos formaban parte del pasado. «Yo era una presa común. Me condenaron por denunciar los fraudes del banco Monti, en el que trabajaba, no por guerrillera. Fue una venganza».
Ahora, cuando la historia ya es memoria, considera que el pasado «nos salió gratis. Vivimos. Hay que mirar hacia delante. En la dictadura uruguaya -reflexiona-, a diferencia de la chilena y de la argentina, primó la vida. Allí los mataron a todos». Reconoce que «era imposible imaginar a Pepe como presidente. Toda América Latina está teniendo situaciones tan sui géneris. No se podía pensar que Brasil tuviera un obrero metalúrgico, Bolivia un aymara, Chile y Argentina, dos mujeres, Venezuela un militar como Chávez, Ecuador un economista raro y Paraguay un obispo... tan especial. En ese mapa Pepe encaja».
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