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Rienda vuelve a ser gigante

Rienda, durante la competición / EFE

No tenía la fama del apellido Fernández Ochoa y estableció el récord de éxitos en la Copa del Mundo sin más ruido que el roce del esquí sobre la nieve de Sierra Nevada. En 2006 tuvo que dejar su plusmarca en seis triunfos porque las lesiones cortaron una trayectoria feliz. A los treinta años comenzó otra carrera. Contra sus rodillas. Contra la injusticia de las roturas. Contra el tiempo. Reapareció en 2008 y volvió a romperse. Este fin de semana, 329 días después de su última competición, se puso de nuevo un dorsal de la «World Cup». A los 34 años, María José dio Rienda suelta a su último objetivo: «Los Juegos de Invierno de Vancouver 2010».

«Estar aquí, en Soelden (Austria), ya es un triunfo», reconoce la granadina con la ilusión de una jovencita. No pudo clasificarse entre las treinta primeras. Sólo fue «el regreso». Ahora resta lo más difícil. «Llevo cuatro meses esquiando y esta prueba nos pilla pronto, pero ahora tenemos otro mes que nos vendrá bien para estar mejor en cuanto a técnica y a físico».

El reto son los Juegos Olímpicos de febrero. Una cita, la de los aros, que nunca se le dio bien. No se sabe por qué. En Turín 2006 le falló la suerte. Disfrutaba de la campaña de su vida, con la celebración de cuatro de sus seis laureles en la Copa del Mundo, y la medalla olímpica se escapó una vez más. Unos días después de la decepción turinesa, vencía en la siguiente competición de la Copa del Mundo, en Hafjell (Noruega). Reeditaba su nivel. En Canadá atacará de nuevo la medalla más deseada del deporte. «Es mi sueño. Serán mis quintos Juegos, los últimos. No me veo esquiando en Socchi 2014».

Buscará el metal en el gigante olímpico de Vancouver, pero ya se ha ganado el oro a la perseverancia. El 24 de octubre de 2009 es otra fecha para su historial. Afrontó el clásico gigante austriaco once meses después de romperse el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha en Aspen. Una lesión que la obligó a partir de cero por segunda vez.

Su pista del éxito comenzó a truncarse hace tres años, el 18 de noviembre de 2006, en Loveland (Colorado). Sufrió la temida tríada, en la rodilla izquierda. Se partió el menisco, el ligamento lateral interno y el cruzado anterior. Allí comenzó un vía crucis que no la ha hecho tirar la toalla. La gigante es ella.

Ansia, exceso de trabajo

«Ahora he estado casi un año parada, pero la otra lesión me tuvo dos temporadas enteras en blanco». En efecto. Tras la grave dolencia que cortó su carrera en noviembre de 2006, intentó volver a las pistas en la temporada 07-08. Tuvo una comparecencia testimonial en el gigante de Ofterschwang, la nieve bávara donde había celebrado dos de sus seis victorias. Y se recluyó de nuevo en su fábrica de esfuerzo de Sierra Nevada. La causa fueron los problemas que anunciaban sus cartílagos. Se dolía de una condromalasia. La razón era el exceso de entrenamientos. Su carga de trabajo por regresar a la batalla. Su ansia por volver a ganar. Esa obsesión la ha llevado ahora a Soelden. «Este invierno, la Copa del Mundo dirá dónde estamos. Busco el rendimiento psicológico, físico y técnico para intentar la medalla olímpica». Es única.

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