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Facilitadores

PARA saber que la banca retrae el crédito en tiempos de crisis no hay que ser ministro de Economía, pero quizá sí para ignorarlo. Al menos lady Salgado parece creer que los bancos no aprietan el puño porque no atisban garantías de cobro sino porque a las solicitudes de préstamo les faltan requisitos o están mal formuladas, y de ahí que vaya a contratar una brigada de intermediarios para que revisen el papeleo a ver si el ICO se apiada y suelta la tela. Se trata de una ocurrencia típica de la socialdemocracia: cualquier socialdemócrata que se precie lo primero que hace ante un problema es crear la correspondiente estructura administrativa y dedicarle un montón de funcionarios. Es la socialburocracia.

Los socialburócratas entienden que las dificultades y quebrantos de la sociedad ocurren porque la gente no se sabe organizar sola y necesita ser pastoreada por la Administración competente, para lo cual es necesario contar con un ejército funcionarial que vele por las necesidades del pueblo. Por eso en tiempos de crisis incrementan la plantilla de servidores públicos como sucedió el año pasado en España, un país donde los ciudadanos no sueñan con tener una empresa y hacerse ricos, sino con acomodarse en una nómina del Estado. Un estudio reciente ha revelado que el 70 por ciento de los universitarios andaluces aspira a ser funcionario; conclusión lógica en una comunidad con una ratio de empleados públicos casi tan alta como la tasa de paro, y con índices de renta y desarrollo situados en la cola de cualquier ranking nacional. A ningún socialdemócrata se le pasa por la cabeza que pueda existir una relación entre estos datos, y menos aún con el hecho de que se trate de un territorio gobernado por la socialdemocracia desde hace treinta años.

Dentro de esta lógica resulta natural que la ministra de Economía estime que la restricción de crédito no se debe al temor al impago sino a una mala orientación de las solicitudes por falta de experiencia burocrática, y trate de corregirla -«reconducirla»- mediante una tropilla de «facilitadores», curioso eufemismo de una nueva modalidad de intervención estatal. El Gobierno parece convencido de que el ICO y sus bancos asociados no conceden préstamos a las empresas y autónomos porque no se los saben pedir y está dispuesto a dedicar diez millones de euros a crear una red de intermediación que ponga los papeles en regla. Lo más estupendo de la socialburocracia es la fe que se tiene a sí misma; no hay problema que considere insoluble con sus métodos contrastadamente fracasados.

Mark Twain, que no era socialdemócrata sino un liberal más bien escéptico, entendió la naturaleza del mercado crediticio con mayor clarividencia que esta tribu de ocurrentes intervencionistas iluminados. Lo dejó escrito con su paradójico humor anglosajón: los bancos te prestan un paraguas cuando hace sol y te lo quitan cuando llueve.

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