Amaral rompe con el ensayo general
Qué zoquetes fuimos los que metimos a Amaral en el mismo saco que a la Oreja de Van Gogh cuando ambos comenzaron a tener éxito. No nos quisimos percatar de que la química entre Juan Aguirre y Eva Amaral era mucho mayor y más auténtica que la de Amaia y los suyos —hecho probado—, y tampoco de que sus cualidades superaban ampliamente a las de los donostiarras.
Diez años después todo está mucho más claro. Ayer, Amaral comenzaba un mini-tour madrileño de cinco conciertos que clausura la gira «Gato Negro, Dragón Rojo», con el ambiente de las «grandes» ocasiones. Un ambiente que, sin embargo, no llegó a ser el de las «inolvidables». Los zaragozanos lo dieron todo desde el principio, pero ocurrió eso que muchas veces no tiene explicación. Después de media hora, casi nadie había bailado más de cinco segundos seguidos. El diluvio debió chafar algo los ánimos.
Con veinte minutos de retraso, que tampoco ayudaron, Juan y Eva salieron a escena y ella exclamó: «Señoras y señores, esto es Rock & Roll». Despacharon la susodicha canción a dúo, ella con una gran voz, para después dar paso a su banda, con la que tocaron «Doce palabras» y «El fin de la inocencia» ante una audiencia más que perezosa, como si aquello se tratase de un ensayo general más que de uno de los conciertos más esperados del año.
Comenzaron las notas de «Gato negro, dragón rojo» con ovación, pero la gente siguió sin arrancarse, ni a bailar ni a cantar. Bueno sí, un poquito, pero sólo cada vez que sonaba el estribillo, como una hinchada que anima a su equipo sólo cuando marca. Poco rock'n'roll, sólo pop, por mucho que se empeñen Juan y Eva.
Con «El universo sobre mí» y «Perdóname» ya se atisbó que la noche podría acabar mucho mejor, pero faltaba algo que allanase el camino definitivamente. Y ese algo fue «Moriría por vos», canción de coro irresistible que logró la primera conexión fuerte con el público, que ya cogió carrerilla con «Resurrección» y «Siento que te extraño».
Entre gritos de «¡guapa, qué piernas!» —su vestido arrasó—, Amaral llegó a los límites de sus cuerdas vocales en «En un sólo segundo», y Juan procuró que «Big Bang» sonase algo rockera —aceptamos barco—, para lanzarse con unos «Días de verano» que, sí, lograron dejar la sensación de que el concierto fue mucho más que un ensayo general.
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