Un globo para Zapatero
LA socialdemocracia, ese híbrido entre el socialismo real y el neocapitalismo, está más cerca del travestismo que de la diferenciación sexual. Es un engendro que, instalado en el centro, no va a ninguna parte, esteriliza el ahorro, frena la iniciativa privada y estimula el consumo de quienes no pueden permitírselo. Quizá para enfrentarse a tan singular embrollo José Luis Rodríguez Zapatero, el de las mentiras, se ha instalado al frente de un Gobierno de fervorosos pardillos y pardillas. Para compensar, se rodea de más de medio centenar de docenas de asesores diversos que, en principio, le sirven para lo que los demás utilizamos Googel. A cuarenta mil euros anuales de promedio esos asesores nos cuestan un congo; pero, incluso con tan elevado costo, la Nación necesita un nuevo asesor al servicio del presidente que no se conforma con ser primer ministro.
Zapatero precisa, y con urgencia, los servicios de Michael Heene. Su máquina propagandística es inmensa y tiende a la perfección. No sólo es capaz de vendernos al líder por lo que no vale, sino que al tiempo y por el mismo precio consigue devaluar al de la competencia que, inquieto por la fabricación del queso en Grazalema, ni está donde debiera ni se le espera en ninguna parte. Heene es el padre del niño que, supuestamente, atravesó medio Estado de Colorado a bordo de un globo con aspecto de platillo volante. Un fraude, según ha descubierto el sheriff de su pueblo, en el Condado de Larimer, para vender su presencia en uno de esos reality shows que corrompen la poca dignidad que les queda a las televisiones. Un tipo que, a la hora de mayor audiencia, consigue centrar la atención de medio mundo en un plástico inflado con gas ligero es lo que le falta al presidente como ayuda y gran soporte ideológico.
Según señala Carlos Solchaga, que sabe lo que vale un peine, algo que excepto Alfredo Pérez Rubalcaba ignora el actual equipo gubernamental, el presidente actual vive «un mundo presidencialista en donde el único agente político relevante es él». Zapatero es el centro y la periferia, el principio y el fin, el todo de algo que se parece mucho a la nada. Por eso necesita a su vera alguien como el falsario de Colorado; un asesor que, sobre los que ya le confunden con diagnósticos y previsiones, sea capaz de cortarnos a todos la respiración viendo volar un globo de helio. El de Gürtel ya se va desinflando.
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