Otra mano para mecer la misma cuna
Ya la hemos visto. La intriga está en saber qué grado de mala uva tiene la individua en cuestión, sí más o menos que la original Rebecca de Mornay que, por cierto, era uva pero que muy avinagrada.
Pues si aquella rubia de mirada verde sospechosa era de armas tomar, a la enana ésta en cuestión hay que darle de comer aparte. De esas que dan ganas de empalarla y boca abajo. Es casi lo mejor de este remake de remake de «La mano que mece la cuna». Intrusa que entra y amenaza la unión familiar con demencias varias de por medio.
Eso sí, hay que quedarse con los dos grandotes: el siempre excelente Peter Sarsgaard, y la muy atractiva Vera Farmiga («Infiltrados»), a la que no consiguen poner fea ni los disgustos ni la víbora de niña de la que hablamos.
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