Apocalipsis con mascarilla de la (gripe) A a la (serie) B

Tradicionalmente, el mayor elogio que se le podía hacer a una película de terror española era soltar alegremente que parecía extranjera. Ahora, el género está tan crecido que prácticamente se han cambiado las tornas, y quizá por ello Balagueró y Plaza osaron aliñar el tráiler de «REC 2» con ese «peaso» pasodoble llamado «Suspiros de España». Con un pie en ambos tablones, los hermanos Pastor han hecho honor a su apellido conduciendo un rebaño repleto de ejemplares bien criados del sobrenatural-apocalíptico de ayer y de hoy, dando el pego de parecer directores experimentados y no noveles, y de Carolina del Norte (e incluso del Sur) en vez de Cataluña.
Así, una historia tan lineal y terminal como una pandemia casi bíblica que deja a la humanidad tiritando se convierte en una parábola sobre los virus interiores de los supervivientes en un «perfil sociológico» similar a las europeas «El tiempo del lobo» o «3 días».
Los cineastas pulsan con destreza y a ratos brillantez el manómetro de su ocre argumento, dosificando los golpes de sangre, escalofríos y lágrimas infantiles hasta conducirnos a un desfiladero estilo «La carretera». Mención especial merecen los intérpretes, sobre todo una resucitada Piper Perabo y un imparable Chris Pine. Sólo una duda: ¿por qué a todos les da por jugar al golf en pleno fin del mundo?
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