Muere Reinhard Mohn, el hombre que hizo del mundo un círculo de lectura

De regreso de un campo de prisioneros en Kansas, en 1946, al bisnieto del fundador de Bertelsmann no le quedó otro remedio que abandonar sus sueños de ingeniería, ayudar a quitar escombro de la imprenta familiar y sustituir a su postrado padre al frente del que iba a ser, un día, el primer grupo editorial y de comunicaciones de Europa y el cuarto del mundo, a tenor de sus cifras.
Pero sería la vocación inventora, más que bibliófila, de Reinhard Mohn la que iba a transformar el pequeño negocio editorial heredado, la C. Bertelsmann Verlag. Apenas cuatro años de regresar dio a luz un ingenioso club de lectura virtual, que en España pasaría a llamarse, desde 1962, el Círculo de Lectores. El ámbito de clientes y el flujo constante de cuotas y ediciones iban a dar a Mohn la seguridad de un capital que aprovecharía para invertir en editoriales (G+J, Direct Book), prensa («Gala», «Geo», «Cosmopolitan», «Marie Claire», «Stern»), música (Sony BMG Ariola), cine y televisión (RTL), además de prestación de servicios.
Mohn, que falleció ayer a los 88 años y en 1998 fue premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, puso en el mapa de la nueva aldea global el pueblecito familiar de Gütersloh, en lo hondo de Westfalia y en el distrito histórico de Detmold, donde permanece la sede y el espíritu fundador, austero, social y protestante pero abierto y viajero. Un estilo que no es ajeno a su oposición a salir a Bolsa: en 2006, la familia impidió in extremis la potencial salida a cotización desembolsando 4.500 millones de euros para recomprar un 25% del grupo al holding belga GBL. La mayoría del capital (77%) es hoy detentada por la Fundación Bertelsmann, una de las más importantes empresas culturales y educativas de Alemania. El otro 23 por ciento está en manos de la familia Mohn.
Nacido en 1921 en una familia de seis hermanos, era nieto de un pastor luterano llamado Carl Bertelsmann que, en 1835, había creado en Gütersloh una pequeña editorial religiosa. Para quien empezó con venta de libros puerta a puerta y hasta el sábado era presidente de honor del grupo, figurar en el puesto 261 de las mayores fortunas del mundo, estimada en 2.500 milllones de dólares, no era ningún prurito.
Compromiso cristiano
El creador de la venta por catálogo era conocido por su compromiso social cristiano, yermo de pretensiones y sabido es que todos los días de la semana comía con sus empleados en la cantina de la empresa. «Era uno de los mayores emprendedores de su tiempo», dijo ayer el actual responsable de la sociedad, Hartmut Ostrowski. La directora del Patronato de ésta, Michaela Hertel, destacó ayer que Mohn habría hecho «realidad proyectos que tienen que hacer la sociedad un poco mejor», «marcando notablemente el mundo de la empresa y la filantropía en los últimos 60 años».
Bertelsmann AG posee también en España las imprentas Printer y, globalmente, su buque insignia editorial es Random House Mondadori, que combina la otrora casa estadounidense y la señera editorial italiana. En conjunto da empleo a más de cien mil personas en cincuenta países, pero encara un plan de recortes y ahorro por un monto de 900 millones, tras entrar por primera vez en pérdidas debido a la crisis publicitaria global.
El primer semestre se ha presentado con un negativo neto de 333 millones de euros, contra 372 millones de beneficio el año previo. La vida familiar de Mohn merece ser mencionada por cuanto influye en el decurso actual de la poderosa multinacional. Mohn había tenido tres hijos con su primera mujer, con la que se casó tres años después de retornar de Kansas. Pero la contemplación de una muchacha de 17 años, durante un evento de empresa, iba a capturar su imaginación y su vida. Liz Mohn, con la que tuvo tres hijos antes de casarse en 1982, tras jubilarse, es considerada hoy el cerebro a los mandos del grupo desde su puesto como miembro del consejo de administración de la Fundación Bertelsmann.
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