El ogro y la cenicienta
ANTONIO WEINRICHTER
Ésta es una película pequeña sobre un tipo muy grande. La disonancia sólo existe en cuanto al tamaño: es una película observadora y silenciosa sobre un tipo poco hablador que se dedica a observar a los demás. Es su oficio: vigilante de un supermercado de noche, pluriempleado de gorila de discoteca after hours. Acostumbrado a mirar desde fuera la vida de los demás, no sabe qué hacer cuando quiere incorporar a alguien a la suya propia: la empleada de la limpieza del súper. La espía por los monitores y luego se dedica a seguirla sin que ella sospeche nunca la inquietante intensidad de la adoración de este afable pero tímido gigante que más que acosarla la protege a distancia.
Opera prima de un cineasta argentino, Adrián Biniez, afincado en Montevideo, «Gigante» es el tipo de narración que lo fía todo a la precisa mirada sobre una estrecha parcela de la realidad. La diferencia, por ejemplo, con la mirada ciega y mucho más estrecha de miras de las cámaras de vigilancia, radica en el punto de vista que exhibe Biniez sobre su teatrillo y sus criaturas: tan candorosas y tiernas que por pudor hacia ellas hasta filma en plano general el anhelado momento en que esta relación autista se troca en una verdadera conversación.
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