
Tan importante es un «major» para alguien que ya tiene catorce en su haber? No faltan quienes se rasgan las vestiduras porque Tiger Woods no haya ganado uno en la presente temporada, olvidando que se perdió el final de la pasada y el inicio de la actual a causa de una gravísima lesión de rodilla. El número uno mundial, presionado por sus compromisos publicitarios, regresó antes de tiempo y nunca ha dado sensación de moverse a gusto por los campos; pese a ello, ha conquistado seis victorias en el Circuito PGA y se ha llevado el trofeo a la regularidad, la FedEx Cup, que otorga un premio añadido de 10 millones de dólares a los 10Ž5 que había acumulado en los 17 torneos precedentes.
«Lo importante es que este premio destaca la consistencia a lo largo de todo el año, no es posible ganarlo sólo a base de rachas», comentó orgulloso el californiano después de acabar segundo en el Tour Championship, la prueba que cerraba la millonaria competición. Una vez más, supo leer perfectamente la situación y, sabedor de que el domingo estaba fallón en su juego (ni acertaba con los tiros largos, ni en los cortos, ni en los greenes) no se desesperó por ceder el trofeo a su archirival Phil Mickelson. Al contrario, se empleó a fondo para llevarse la FedEx Cup (Steve Stricker, Sean OŽHair o Kenny Perry también lo intentaron), remó lo suficiente para ser segundo y alzar su segundo trofeo en tres años (el año pasado no lo pudo hacer por el referido percance).
«Me siento contento, pero no tanto como hace dos años, cuando sumé este título en Atlanta con la lista de ganancias. Yo siempre salgo a ganar y la sensación que me queda es que he perdido el torneo, aunque haya ganado el bote. Ahora tengo que compartir la gloria con Phil, que se lo ha merecido, y no es lo mismo», apuntó con sorna. Conociendo el carácter de depredador que tiene, es fácil adivinar que hubiera dado cualquier cosa por quitarse al zurdo de enmedio en la foto.
Los cuatro grandes, su cruz
La mayoría de las críticas a su juego han venido motivadas por su pobre juego en los «majors». Si en 2008 se despidió con una épica victoria a la pata coja en el Open USA, en 2009 comenzó dando muestras de flojera en el Masters. Protagonizó un duelo colosal con Mickleson en la última jornada pero le sobraron algunos hoyos y al final terminó sexto. No era mal esfuerzo para ser su cuarto torneo después de seis meses de baja, pero se le exigía un poco más. Lo mismo que en Bethpage Black en junio, donde repitió la misma posición final pero nunca estuvo en disposición de luchar por el Abierto de su país en un torneo pasado por agua.
Parecía que la vuelta a Escocia le iba a traer antiguas sensaciones, pero allí ni siquiera pasó el corte en el «British». Nueva decepción y aluvión de críticas, que se reprodujeron cuando perdió el PGA ante Choi en una última jornada para olvidar (75 golpes). ¿Estaba acabado por eso? En absoluto, sólo se ha tomado un respiro de grandes. Los 18 de Nicklaus siguen estando a su alcance.