Méndez, el mejor amigo de Zapatero
A falta de aliados parlamentarios, el jefe del Ejecutivo ha encontrado a su «media naranja» fuera de las Cortes: Cándido Méndez, secretario general del UGT. Hecho el amigo, se crea al enemigo y la ofensiva común se dirige contra los «poderosos»

José Luis Rodríguez Zapatero ya ha encontrado la forma de compensar su soledad parlamentaria. Esta legislatura no está siendo agradable para el presidente del Gobierno en el Congreso. Cada vez que acude a un debate se lleva una bronca unánime de la oposición y cada Pleno es una prueba para su talante, mientras la mayoría de los grupos no se cansan de decir que ya no confían en él y que su política económica ha fracasado. Pero no todo es negro para el jefe del Ejecutivo, que ha hallado un refugio cálido fuera del Parlamento.
Se ha convertido en su mejor aliado, un alma gemela en estos tiempos tan ingratos para el gobernante, una persona -«la» persona- a la que el jefe del Ejecutivo parece escuchar con más atención y tomar buena nota de sus propuestas. Cándido Méndez, secretario general de UGT, ya es el principal apoyo del presidente Zapatero en estos tiempos de crisis. Zapatero y Méndez, tanto monta, monta tanto, son los auténticos socios de esta legislatura y han aunado sus discursos hasta repetir mensajes casi idénticos.
Pero en política a veces es tan importante buscarse amigos como fabricar un enemigo, sobre el que desviar las iras y las culpas. Y en eso hay que reconocer la habilidad de Zapatero, que ya en su primer mandato practicó ese «arte» con el PP y con la Iglesia.
Con más de cuatro millones de parados, y sufriendo la soledad parlamentaria, Zapatero ha encontrado otro cabeza de turco a quien achacar los males que nos acechan. Primero negó la crisis, luego echó la culpa de la «difícil situación» al precio del petróleo, después responsabilizó de «la mayor crisis en décadas» a los Estados Unidos de George Bush, y ahora el presidente del Gobierno apunta a los empresarios, los «poderosos», como los «malos» de esta película. Ahí, Cándido Méndez siempre está dispuesto a echar una mano y difundir el mensaje en estéreo.
En junio comenzaron a llover las críticas abiertas desde el Gobierno a los empresarios. Durante meses, el jefe del Ejecutivo había prometido dar «la batalla por el empleo concertadamente con quienes podemos librarla con eficacia, con los sindicatos y empresarios». Pero la mesa se rompió y Zapatero criticó a la patronal en televisión un día después de mantener una reunión: «Sé muy bien lo que quieren: un despido más barato. Eso es lo que quieren». Al mismo tiempo, alabó la actitud de los sindicatos.
«No echemos la culpa a la legislación laboral y menos a los sindicatos que están teniendo un comportamiento ejemplar», sino a un modelo económico que es poco productivo e innovador y que crea poco empleo, señaló.
El nuevo Robin Hood
El terreno estaba allanado. En pleno mes de agosto, el Gobierno desata el debate sobre la subida de impuestos. Tras prometer en su discurso de investidura, apenas un año antes, que no habría un aumento de impuestos, el Ejecutivo comenzó a crear el caldo de cultivo y apuntó a las «rentas altas», lo que creó el desconcierto dentro y fuera de su partido.
La coartada debía parecer perfecta: había que poner en marcha un relato actualizado de Robin Hood, quitar dinero a los ricos para dárselo a los pobres. Había que marcar distancias con los «poderosos». Zapatero aseguró con reiteración durante todo el verano que se sentía «decepcionado» con los empresarios. Méndez, por su parte, propuso una «necesaria reforma empresarial» contra la crisis.
Y Zapatero le apoyó: «Parte del tejido empresarial que se ha destruido es de cartón piedra. Se necesita una reforma empresarial más que una reforma laboral». El máximo representante de los empresarios exigió seriedad y respeto al presidente del Gobierno.
Al mismo tiempo, desde UGT, Cándido Méndez apostaba por «reconsiderar el sistema fiscal y recuperar el principio de que pague más el que más tiene». «Soy rotundamente partidario de subir impuestos. Tenemos que corregir el sistema fiscal en nuestro país», para la financiación de infraestructuras en el futuro, subrayó Méndez.
Al quite
Daba así el espaldarazo al discurso que pronunció Zapatero en el Congreso el día 8 de septiembre. Allí defendió una «subida moderada de la presión fiscal», para garantizar una capacidad recaudatoria suficiente y atender las necesidades de la protección social.
En seguida se supo que la subida «moderada» era de 15.000 millones de euros, y que a la fuerza tendría que afectar a figuras como el IVA. Pero ahí estaba Méndez, siempre al quite: «El debate de impuestos no es sobre cuánto, sino para qué». «Es importante que el Gobierno tenga capacidad fiscal para luchar contra la crisis», subrayó.
«Hemos sabido decir no a los poderosos y a los que representan a algunos intereses», proclamó Zapatero en el Comité Federal del PSOE el 19 de septiembre.
Méndez, al que algunos verían más como «vicepresidente» en la sombra, no dudó en lanzar un dardo contra las cajas de ahorro. Su presidente, Juan Ramón Quintás, había sugerido elecciones anticipadas si no había consenso económico, y Méndez acusó rápidamente a las cajas de ser corresponsables de la crisis, al tiempo que salía en defensa de Zapatero, ante las críticas que recibía por su gestión. El Gobierno de Zapatero, aseguró, es uno de los que más medidas han tomado contra la crisis en Europa. Amenazó, además, con una huelga y movilizaciones en toda España... contra los empresarios.
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