Crítica de «Jennifer´s body»: «Anticrista»

Empecemos por el principio: es más fácil clavar el «Opus Clavicembalisticum» en un pianillo Casio VL-1, o incluso interpretar el «Nessun Dorma» a base de eructos, que Megan Fox gane un Oscar a la mejor actriz. Al menos, en los próximos veinte años. Pero como ella y su boquita, tanto en su vida como en su obra, no paran de darnos titulares y alegrías, ya ha traspasado el umbral de la puerta grande del kirsch más entrañable y cateto. Parecía que lo de «Transformers 2» era insuperable hasta que llegó esta comedieta súcuba donde, más «megan-perraca» que nunca, encarna a una colegiala poseída por culpa de un ritual satánico. La cosa sería una estupidez casi de juzgado de guardia si no fuera por el arte de esa mezcla entre Carrie y un pez globo que es Amanda Seyfried y, sobre todo, por los pespuntes guionistas de Diablo «Juno» Cody, que le enchufa spray de pimienta a los ojos de algunos tópicos del cine teen, del sentir roquero y del friquismo inter-féminas. Eso sí, el peluquín encasquetado al pobre J. K. Simmons no tiene perdón de Dios.
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