Habanera de Moratinos
A Juanes y Miguel Bosé, por lo visto, les quisieron colocar en primera fila del concierto de La Habana a grupos de jóvenes afectos al castrismo para que aquello no se desmandara. Los cantantes se negaron y amenazaron con no actuar. Al final, el régimen, cedió. Las dictaduras, ya se sabe, quieren tenerlo absolutamente todo bajo control y utilizar en su provecho a quien se les aproxima con buenas intenciones. Lo suelen conseguir, salvo que el otro mantenga su dignidad.
Moratinos debería tener en cuenta esto en sus relaciones con Cuba, a donde se dispone a viajar de nuevo. Ya estuvo en la Habana en abril de 2007 y, cuando salió de allí, no dejó su vida, ni dejó su amor, sino a un Felipe Pérez Roque muy contento y a unos disidentes bastante cabreados, por no haberles recibido, cediendo a las exigencias del régimen. Ahora, su amigo el canciller cubano ha caído en desgracia por hablar demasiado y los disidentes siguen sufriendo el acoso castrista, pero a Cuba, gracias al buenismo del Gobierno español, se le han abierto las puertas de la Unión Europea.
Mientras, no se conoce que Moratinos haya hecho una sóla gestión firme para lograr que las autoridades cubanas devuelvan a España el Centro Cultural del que se incautaron ahora hace seis años. Y si la ha hecho, no parece que le hayan tomado en serio. Construido en pleno Malecón de La Habana, después de que nuestro país invirtiera cuatro millones de dólares en restaurar el edificio que lo acoge, el Centro se había convertido durante los años de Gobierno del PP en un espacio en el que los cubanos podían respirar un poco de libertad. Eso no era acpetable para Fidel, que decidió cerrarlo.
Todo esto podría dar para que a Moratinos le hiceran una composición para el cenrtamen de habaneras de Torrevieja. No sería como el concierto de Juanes y Miguel Bosé pero tendría su público.
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